Tengo una curiosidad: si tan orgullosos están los católicos de su abultada nómina de afiliados, ¿por qué tienen nula influencia en el devenir del mundo?
El Papa, a pesar de su condena de la guerra de Irak, no logró detener la intervención.
Los congresos de medio mundo, a pesar de las diatribas episcopales, siguen aprobando legislaciones que amparan el aborto, el uso de los anticonceptivos, la investigación con células madre, el divorcio, el matrimonio homosexual (todos ellos pecados mortales, por cierto).
Por no hablar de la ciudadanía, que practica su sexualidad con libertad haciendo caso omiso a las soflamas moralistas de quienes ni siquiera saben de lo que hablan, pues no lo catan.
En fin: si ser católico significa echar unas lágrimas porque se muere el Papa, hay muchos más de mil millones; pero si implica observar la doctrina que emana de El Vaticano en la vida diaria, apenas serán unos miles.
Más honestidad y menos estadística, señores.
Escrito por MUTANDIS a las 22 de Abril 2005 a las 12:38 PM