5 de Mayo 2005

¿PERSECUCIÓN RELIGIOSA?

La pura verdad es que, si la cosa se analiza despacio, es patente que en Europa nadie persigue a la Iglesia. Ni los textos legales vigentes hoy en la Unión Europea dan pie para eso. Ni la praxis de lo que hacen las autoridades civiles o la gente en general tampoco nos indica que en ningún país de la Unión se persiga a la Iglesia o a los católicos. Entonces, ¿qué es lo que está sucediendo? ¿Por qué las frecuentes quejas de clérigos y grupos de católicos integristas en el sentido de que son víctimas de un plan persecutorio premeditado por las autoridades laicistas, sobre todo en Francia, Italia y España?

Hay un hecho bien comprobado por la experiencia: en las últimas décadas, en todas las sociedades industriales avanzadas hay evidencias de un alejamiento a largo plazo de las normas culturales y religiosas tradicionales. Esta decadencia de las normas tradicionales está estrechamente ligada al cambio rápido y profundo de valores y creencias que se viene acentuando desde hace más de vente años (cf. R. Inglehart, Modernización y posmodernización. El cambio cultural, económico y político en 43 sociedades, Madrid, CIS, 2001, 54, ID., Human Values and Social Change: Findings from the Values Surveys, Netherlands, E. J. Brills, 2003). El cambio de valores y la decadencia de las normas sexuales y religiosas tradicionales se suelen producir al mismo tiempo , porque ambos fenómenos comparten una causa común: el nivel de seguridad existencial sin precedentes históricos alcanzado en las sociedades industriales avanzadas y en el llamado estado del bienestar (R. Inglehart, Modernización..., 55). Aquí es importante recordar que una de las funciones clave de la religión ha sido proporcionar un sentimiento de seguridad en un entorno inseguro. No sólo la inseguridad económica produce esta necesidad. El viejo dicho de que "no hay ateos en las trincheras" refleja el hecho de que el peligro psicológico también genera la necesidad de creer en un poder superior. Pero como no ha habido guerras, la prosperidad y el estado de bienestar han generado un sentimiento de seguridad sin precedentes concernientes a la supervivencia del individuo, todo esto ha producido la disminución de la necesidad de consuelo que tradicionalmente proporcionaban las creencias y las prácticas religiosas (O.c., 55).

Pues bien, estando así las cosas, se comprende que en la Iglesia haya personas y grupos que experimentan la penosa sensación de ser "tradición acorralada". De ahí, la inevitable revitalización de grupos funtamentalistas. Y es comprensible que, en una situación así, los dirigentes religiosos se apoyen en tales grupos y los protejan, ya que los mismos dirigentes se sienten apoyados por esos grupos. En tales condiciones, la sociedad se fractura religiosamente: por una parte, los que se aferran a la fidelidad a un pasado que ya no sirve para configurar a la sociedad actual; por otra parte, los que asumen el cambio de valores y creencias y, en consecuencia, no tienen inconveniente en aceptar a otros grupos de creyentes y adoptan una postura de respeto incondicional hacia otras creencias, otras tradiciones y otras normas.

Pero entonces es cuando se plantea el verdadero problema para el legislador. Porque quien tiene que legislar y gobernar en una sociedad así, tiene que ser legislador y gobernador de todos. Y de todos por igual. Y eso lleva consigo la penosa tarea de privar de sus privilegios a quienes han gozado de ellos quizá durante siglos. Lo cual no es perseguir a nadie, sino igualar a todos. Una cosa es quitar privilegios. Y otra cosa es perseguir. En la Unión Europea nadie persigue a las religiones. Lo que se pretende en los países de la Unión es igualar a todos los ciudadanos y evitar así las discriminaciones que desestabilizan la convivencia. Pero, como es lógico, los que se ven despojados de sus privilegios ancestrales, seguramente se sienten, por eso mismo, amenazados y quizá perseguidos. Esto es lo que está ocurriendo en este momento en los países de la Unión.

Por eso, se vuelve a replantear la pregunta del comienzo: ¿se dan hoy en la Unión Europea las condiciones básicas elementales para que, en esta sociedad cada día más plural, se pueda hacer realidad la igualdad, no sólo legal (que ésa ya existe), sino además la igualdad efectiva de todos los ciudadanos que convivimos en la Unión?

[*Fuente: http://perso.wanadoo.es/laicos/2005/996T-Castillo.htm*]

Escrito por MUTANDIS a las 5 de Mayo 2005 a las 12:29 PM
Comentarios
Escribir un comentario









¿Recordar informacion personal?