25 de Enero 2005

CATOLICISMO Y ECOLOGISMO

En palabras reproducidas por el diario El País, Francisco Ortega, delegado de Pastoral Familiar de la diócesis de Canarias se preguntaba: “¿por qué pueden defender lo natural los ecologistas y nosotros no?” (22 de enero de 2005, pág. 30).

Parece un chiste, pero no lo es. Las alusiones a un presunto fundamento natural de los dogmas cristianos es constante en los últimos meses. Basten unos ejemplos para demostrarlo:

a) En un artículo publicado por Alfa y Omega, publicación del Arzobispado de Madrid, José Lumbreras califica el cristianismo como “una alta y sólida torre de valores aportados por la moral y directrices sobre la base de leyes y principios naturales”.

b) En una conferencia pronunciada por el Cardenal Alfonso López Trujillo en el transcurso del Congreso sobre Educación y Familia, y reproducida por la misma publicación, se lee: “La familia no será pulverizada. Se trata de una institución natural, base de la sociedad basada en el matrimonio”.

c) En el acto de presentación de la campaña de la Conferencia Episcopal contra el matrimonio homosexual, su portavoz, Juan Antonio Martínez Camino declaró: “El matrimonio humano responde a la naturaleza de la persona humana. La Iglesia no ha inventado nada”.

A bote pronto, a uno le sorprende encontrar tan insistentes alusiones a la naturaleza y tan pocas (por no decir: ninguna) referencia a Dios. No creo aventurado afirmar que, hace treinta años, a ningún clérigo se le habría ocurrido apelar al adjetivo “natural” cuando tenía tan a mano el adjetivo “divino”: no en vano, en ambos casos se están refiriendo a una presunta instancia última, firme y estable, que nos otorgaría un suelo sobre el cual asentar una moral que huye del relativismo como del diablo.

Las razones que han podido espolear a los clérigos a trocar a Dios por una naturaleza pueden ser diversas:

a) que el catolicismo se ha convertido en un deísmo, ya saben: esa herejía ilustrada que identificaba a Dios con la naturaleza, de manera que estudiar a ésta significaba conocer mejor a —y creer con más firmeza en— Dios;

b) descartada esta hipótesis por motivos obvios, también es posible que la Iglesia Católica se haya percatado de que Dios ya no “vende” lo suficiente en el mercado de la propaganda mediática, mientras que la naturaleza sí que está de moda, es moderna y tiene futuro.

Yo, claro está, me inclino por la segunda opción: la Iglesia Católica utiliza a la Naturaleza en sus mensajes por motivos de márketing, de estrategia comunicativa. Otro motivo, está descartado. No en vano, el catolicismo es una ideología antinatural por naturaleza (valga la redundancia). ¿Por qué?

1. Porque el mensaje crístico es contrario a lo más natural de la vida, que es el morir: la buena nueva que nos anuncia Jesús de Nazaret es que la muerte no existe, que es un mero tránsito a un mundo mejor, sí, pero que no se ve, ni se toca, ni se huele (o sea: que no se percibe de manera natural sino, claro, sobrenatural).

2. Porque los enemigos clásicos del cristianismo, ahora y siempre, han sido el Mundo, el Demonio y la Carne, es decir: la sensualidad, el cuerpo, los placeres, la voluptuosidad, los apetitos, la tentación… todo aquello que caracteriza a los seres vivos como tales y los diferencia de los minerales.

3. Porque el sentido de la Iglesia como institución terrenal consiste, única y exclusivamente, en negar la validez ontológica de lo visible natural para privilegiar la superioridad de lo invisible sobrenatural: del espíritu, del alma, de todo aquello que no se corrompe con el tiempo ni perece con la muerte.

Al igual que la budista, y a diferencia del taoísmo, la religión cristiana, desde su origen, se basa en el combate contra lo natural. Tratar de reciclar veinte siglos de historia para hacer frente a un episodio reciente de impopularidad, además de infructuoso, sólo puede calificarse con un nombre: falsificación.

Escrito por MUTANDIS a las 25 de Enero 2005 a las 06:55 PM
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