En un artículo titulado, Mentalidad cristiana de la vida y publicado en el semanario Alfa y Omega del 27 de enero de 2005, Mercedes Gordon plasma algunas de las constantes del catolicismo español desde el 14-M.
Así, afirma:
¿Tiene la sociedad española una mentalidad cristiana de la vida? Yo creo que sí, aunque existen fuerzas empeñadas en hacernos creer que no, incluso en hacerla desaparecer. Sin embargo, resulta evidente su debilitación y pérdida de nivel en amplios sectores sociales, los más vulnerables al contagio social de las modas y los modos solapadamente impuestos para desevangelizarnos.
La autora no duda (como no lo dudaba Menéndez Pelayo, Ramiro de Maeztu, Francisco Franco o, hace unos días, no lo duda Karol Wojtila) que España y catolicismo son una y la misma cosa.
Esta identificación mística de patria y religión, que se conoce con el nombre de nacionalcatolicismo, cuenta hoy en día con pocos adeptos, aunque la Conferencia Episcopal está empeñada en que sean más, muchos más, y a emplear cualquier arma (moral o inmoral) para conseguir que así sea.
Lo más chocante del caso es que, siendo para el nacionalcatolicismo evidente la mutua imbricación de ambas devociones, se encuentre hoy en día en tan franca decadencia. ¿Acaso tiene la Iglesia Católia alguna responsabilidad en ello, por ejemplo, al sostener valores que ya no son el de la mayoría de los españoles? ¡De ningún modo! La culpa es de una vasta conspiración que pretende (como en 1931, ¿recuerdan?) extirpar la auténtica alma de la patria y entregarla en brazos del enemigo, ateo o musulmán.
Continúa Gordon:
Han sido muchos, y muy fuertes, los embates que esa secular mentalidad cristiana de la vida, tan nuestra, ha recibido en las últimas décadas. Décadas en las que la empresa de secularización, o mejor dicho, secularismo, acometida con eficacia desde lobbies ideológicos, políticos y económicos empeñados en desfigurar el rostro y el alma de España, nos ha colocado en la situación actual.
Creo que no hay que ser muy listo para saber a qué diana apuntan los dardos de Gordon. Está aludiendo claramente al tándem PSOE-Grupo Prisa, que con tanto ahínco se empeñan en denunciar los nacionalcatólicos, a despecho de contar con plataformas tan entregadas a su causa como la Cadena COPE, el grupo Prensa Española o el grupo Planeta.
Para esta autora, la secularización de la sociedad española no es producto de la progresiva alfabetización de los ciudadanos, ni de su esperada entrada en la edad adulta de la razón gracias a la extensión de los derechos civiles. No: para Gordon, y para los nacionalcatólicos en general, son los socialistas (materialistas, ateos y, muchos de ellos, divorciados u homosexuales) y su emporio comunicativo quienes han llevado al país por el camino del Diablo.
Hace setenta y cinco años, el enemigo imaginario era la conspiración judeomasónica; ahora, es el prisocialismo. Las caras del enemigo han cambiado, pero la paranoia del católico permanece invariable.
Prosigue Gordon:
España, como tantos otros países de Europa, aunque haya tardado más, se encuentra ahora, al empezar este nuevo siglo XXI, con la realidad de haber separado el campo de la fe y el campo de las decisiones políticas y de las leyes, que ya no son más que cosa del Estado, según creen muchos equivocadamente
Aquí Gordon defiende ya directamente un modelo sociopolítico de clara vocación inconstitucional. Pues, como se lee en la Carta Magna, España se constituye en un Estado social, democrático y de derecho, es decir: en una democracia representativa donde las leyes emanan de las Cortes Generales, elegidas libremente por el Pueblo soberano.
Pues no: para el nacionalcatolicismo que difunde el Arzobispado de Madrid cada semana desde los quioscos (eso sí: gratuitamente porque, de otro modo, dudo que contase semejante panfleto con ninguna viabilidad editorial), nuestra democracia es un error porque se sustrae a la tutela eclesiástica y entrega a la chusma el timón de su propio nave.
Ahora bien: para la autora, aún no está todo perdido. Aún puede conminarse a las masas descristianizadas por el Maligno a rebelarse y volver al redil de la Santa Madre Iglesia. Van a despertar del sueño, ya lo creo, y si no lo hacen por iniciativa propia, va a encargarse el Arzobispado de Madrid de tocar las campañas a rebato:
La situación está tocando fondo; Hasta tal extremo, que se aprecia un cambio de actitud social. Los bautizados de a pie, asociados y no asociados, no están dispuestos a mantenerse pasivos e indolentes. Están actuando: millones de firmas recogidas para exigir la enseñanza de la religión y millones de firmas para presentar una iniciativa legislativa popular que frene la confusión de denominar matrimonio la unión de dos homosexuales y sus graves consecuencias.
Unas decisiones de índole estrictamente política han sido llevadas al terreno del combate religioso, de la cruzada por la fe. ¿No les suena todo esto a muy antiguo: a manual añejo de historia de España, donde los curas arengaban a la plebe a luchar contra la invasión de influencias extrañas a la tradición autóctona? No, si cualquier día acusarán al PSOE de afrancesado
Mientras llega el momento de la insurrección (civil o militar: Gordon no lo precisa aún), la autora se consuela apropiándose de los valores morales como si los hubiesen inventado los católicos:
Esos millones de personas saldrían a la calle si fuera necesario demostrar que no quieren que se pierda en nuestro país la mentalidad cristiana de la vida y sus valores: amor, familia, respeto y servicio al prójimo, honradez, laboriosidad, solidaridad, capacidad de sacrificio, generosidad...
Más claro, agua bendita:
a) a un lado, ellos, auténticos españoles, católicos de pura cepa, defensores en solitario de la verdad y la vida, de los auténticos valores, de la única verdad que puede defenderse con castizo orgullo y rancio honor;
b) al otro lado, los otros, los usurpadores, los totalitarios de la democracia, los prisocialistas, que amenazan todas las libertades que tanto les ha costado (¡a ellos, que auparon a Franco al poder y le mantuvieron en él durante cuarenta años!) conquistar y que nosotros, que perdimos la Guerra Civil y tuvimos que decidir entre exiliarnos o morirnos de asco bajo una bárbara dictadura, ahora les queremos arrebatar.
Hace falta haber recibido una educación defectuosa o ser una mala persona para incitar al odio a los hermanos única y exclusivamente porque el Gobierno emanado de las urnas impulse una legislación que reconozca los derechos de los homosexuales y ampare la libertad de los padres a que sus hijos puedan NO reciban formación religiosa obligatoria.
El nacionalcatolicismo ya está aquí: ha despertado de su semiletargo. Los hombres y mujeres que creemos en la democracia no podemos quedarnos de brazos cruzados. Hay que defenderse de esta amenaza en la sombra que, cada día que pasa, ocupa más y más la escena. Reaccionemos, o luego nos tendremos que lamentar de rodillas y con los brazos en cruz.
Escrito por MUTANDIS a las 27 de Enero 2005 a las 08:42 PMMuy bueno el artículo. Lo pondré en el foro de la web, y miraré a ver si tienes más de este estilo para postearlos en la web.
Felicidades.
Escrito por Asocial Anónimo a las 28 de Enero 2005 a las 03:37 AM