Andan los fundamentalistas católicos enfrascados en una campaña de "salvación" de un cadáver viviente, una tal Schiavo, que si sobrevive es porque la han enchufado a una maraña artificial de máquinas contranatura.
Pues bien, resulta que a Franco le aplicaron la eutanasia, con el consentimiento de un cardenal. Lo he documentado en el libro de Stanley G. Payne, El régimen de Franco (Alianza Ed., Madrid, 1987, pp. 647-648):
"Durante las dos últimas semanas, [Franco] permaneció suspendido entre la vida y la muerte como un hombre mecánico, lleno de tubos conectados a todo tipo de aparatos médicos. Tras la tercera operación, su hija Carmencita sugirió que se suspendieran los tratamientos artificiales y se le dejara morir en paz. [...] El cardenal Tarancón estuvo de acuerdo, comentando que 'hay que tener piedad de los ancianos y dejarlos morir tranquilos'".
¿Qué ocurre? ¿Es que, en treinta años, el concepto católico de "muerte digna" ha dado un giro de 180 grados, y ahora significa justo lo contrario que hace cuatro días? ¿O es que sólo tienen derecho a ella los dictadores, caudillos y personal próximo a la jerarquía eclesiástica?
No tengo ninguna duda de que, llegado el momento, con Karol Woytjla harán lo mismo. Claro que sólo lo sabremos mucho tiempo después: para entonces, los católicos quizás hayan vuelto a cambiar de opinión y ensalcen lo que ahora condenan como obra del diablo.
¡Bonita coherencia!
Escrito por MUTANDIS a las 29 de Marzo 2005 a las 09:46 AM