Creíamos que el "problema de España" era una tragedia, un drama o, como mínimo, una tragicomedia. Pues no: es un vodevil, una pieza del género chico (ínfimo, diría yo), una auténtica opereta protagonizada por mequetrefes, figurones, actorcillos de tercera que vociferan y gesticulan mucho, pero que ni saben lo que dicen ni aspiran a saberlo.
No me refiero sólo a la clase política, que también: hablo de la "opinión pública", que es esa subespecie de la cuidadanía que se dedica a proferir juicios sonoros desprovistos de sustancia.
Hablo de los pseudoperiodistas que utilizan sus micrófonos para escupir necedades y sus portadas para hacer propaganda política, cuando no para difundir bulos y calumnias.
Hablo de quienes escriben en foros de internet para, amparados tras un ominoso anonimato, dar rienda suelta a sus peores fantasías, a las que adornan de los peores oprobios verbales.
Hablo de esa clase intermedia de ciudadano, entre empresario sobrevenido y político tahúr, que navega entre las procelosas aguas del poder público para sacar tajada privada: promotores inmobiliarios, asesores fiscales, "consultores" bien informados...
Hablo de las toneladas de bazofia audiovisual con la que nos bombardean, día sí y día también, para tratar de fatigarnos de la política, de la cosa pública en fin, y así puedan seguir detentando el control del cotarro a solas.
Pues no, señores: si en el proscenio la obra suscita vergüenza ajena, en la platea el nivel es superior. Los ciudadanos no nos vamos a arredar, seguiremos opinando y participando, resistiremos la acometida de los tandredos y votaremos, convocatoria tras convocatoria, a quien se nos dirija con corrección, nos trate con dignidad y nos suscite mayor confianza.
Yo ya tengo un nombre.
Escrito por MUTANDIS a las 5 de Octubre 2005 a las 11:47 AM