El nacionalismo español es una ideología que supura odio: desde su propia gestación histórica, con la Reconquista, hasta el golpe de Francisco Franco, pasando por la Santa Inquisición y el absolutismo de Austrias y Borbones, la argamasa que mantiene unidas las piezas de la España grande y libre es el desprecio, la exclusión y aun la expulsión de todos aquellos que se resisten a plegarse al concepto rígido y asfixiante del casticismo atávico católico en lo moral, centralista en lo político.
Todos aquellos habitantes de la Hispania geográfica que no se han ajustado a la horma nacionalista española han sufrido persecución: judíos, gitanos, moriscos, conversos, liberales, afrancesados, rojos, masones Cualquiera que detentara una creencia propia y divergente del canon oficial ha acabado víctima del Poder omnímodo de Madrid. Los buenos españoles, debían (y, al parecer, aún deben) guardar obediencia religiosa y moral a El Vaticano y política y administrativa a la Villa y Corte: de lo contrario, se exponen a sufrir las iras de los ciudadanos de bien, diligentes custodios de los auténticos valores de la raza.
La punta de lanza del nacionalismo español, a principios del siglo XXI, es el Partido Popular. Y, por lo que parece, está decidido ha mantenerse leal a la tradición de la que bebe. A fin de mantener prietas sus filas, y comoquiera que ya no quedan muchos infieles a los que convertir, ha puesto proa hacia uno de los últimos reductos que planta cara a sus aspiraciones de dominio total del territorio: Cataluña.
¡Ah, los catalanes! Esos mercaderes avaros que no hablan en cristiano y se atreven a amenazar al poder de Madrid con sus locas reivindicaciones de autogobierno. ¡Es que nunca aprenderán! ¿Acaso no tuvieron bastante con perder una guerra? Su irredentismo resulta molesto para las pretensiones omnímodas del casticismo ultramontano pues, para mayor atrevimiento, se atreven a incidir en la política del Gobierno con su apoyo a un presidente felón. ¡Es el colmo! Esto tiene que terminar.
La guerra sin cuartel del absolutismo cañí contra los periféricos irreductibles se despliega en todos los frentes: la reforma del Estatut, la OPA de Gas Natural sobre Endesa, la lengua castellana en Cataluña, las injurias de la Cadena COPE En fin, no se andan con chiquitas, no, los fieros guerreros mesetarios cuando se trata de doblegar a un cantón rebelde. Incluso jalean a las Fuerzas Armadas para meter en cintura a los representantes legítimos y democráticos del pueblo catalán. ¡Que corra la sangre, si es preciso! Todo, antes que abrir la mente y sentarse a dialogar, juntos alrededor de una mesa, sobre qué queremos hacer con nuestro país (porque es NUESTRO, de todos, y no sólo de la minoría fanática que se cree su propietaria).
Hay gente que nunca cambiará.
Escrito por MUTANDIS a las 16 de Enero 2006 a las 11:30 AM