¿Habéis tenido alguna vez, escuchando a la mayoría de los líderes (y aun de los seguidores) del PP, de que eráis (ellos o vosotros) personas de otro planeta? ¿Que alguien debía estar rematadamente loco: el emisor o el receptor de esos mensajes? De otra manera, era inexplicable la sensación de incomunicación severa que os asaltaba al tratar de comprender la magnitud de las majaderías que escuchábais.
Que si la OPA de Endesa la pactó Zapatero con Durao Barroso a cambio de los fondos europeos; que si la policía y la judicatura se compincharon para falsear el sumario del 11-M; que si ETA y el PSOE comen en la misma mesa y brindan por los mismos objetivos políticos; que si los socialistas quieren romper España y pisotear el trocito que les toque en suerte...
Demasiada barbaridad junta. Algo fallaba. Eso no podía ser sincero: uno de los dos (ya digo: el que hablaba o el que escuchaba) estaba jugando con cartas marcadas. La perplejidad que se sentía, que se siente, ante los discursos de la derecha era demasiada, como para no indagar un poco más allá.
Creo que he encontrado la respuesta, la auténtica piedra de roseta para comprender (es un decir) el propósito que esconden los mensajes del Partido Popular. Es el siguiente: el PP no dice lo que piensa, ni siquiera cree que lo que piensa sea relevante, para recobrar el poder; dice lo que quiere que piensen los españoles, para obtener los frutos que dicha intoxicación pudiera reportarles.
Así, volcando los jeroglíficos peperos al lenguaje común, todo encajaría: no es que el PP crea que España se rompe (demasiado absurdo), es que quiere que los ciudadanos creamos que se rompe para que, así, toleremos lo que pueda pasar; no es que la derecha crea que Zapatero cambalecheó con Barroso, es que quiere que los ciudadanos creamos que lo hizo para perder nuestra confianza en él... Y así, con todo. Su tarea, en esta legislatura, no es analizar el mundo real y proponer soluciones para mejorarlo, sino pergeñar un atajo de majaderías para confundirnos y acabar comiendo en su mano.
La próxima vez que escuchéis cualquier monstruosidad de Zaplana, Aznar o Acebes (sobre todo, de Zaplana, con esa carita de aguantarse la risa ante la estupidez que está soltando), haced la prueba, pensad: ¿qué beneficio sacaría el PP si le creo? Y veréis como todo empieza a cobrar sentido, un siniestro sentido...
Escrito por MUTANDIS a las 14 de Marzo 2006 a las 07:25 PM