5 de Junio 2006

CENTRALISMO

El centralismo es una enfermedad de la razón que se caracteriza porque el afectado ignora que lo está, ¡y cómo!

Para el centralista, él se encuentra en el centro del orbe de manera natural, y todo gira a su alrededor. Por el hecho de colocarse en el eje simétrico del mundo, se cree dotado de una extraña equidistancia respecto al resto de la creación (extraña, porque el centralista está tan condicionado y es tan parcial como sus teóricos satélites periféricos).

Al ubicarse en una posición de privilegio, el centralista se siente investido de una imparcialidad que, en realidad, es ilusoria: sus juicios pecan de la misma tara original que lastra los de todos los seres humanos, a saber, la arbitrariedad.

Por ello, el centralista suele caer en el error que censura a quienes le censuran su centralismo: atribuirles una mezquindad interesada que él mismo padece.

Así que, cuando oigo decir a los centralistas de uno y otro color que hay que dotar al Gobierno de la Nación (o sea: al gobierno central del centro geográfico de España) de mayores atribuciones, porque así se garantiza el respeto a la igualdad y a la solidaridad entre los ciudadanos, no puedo evitar esbozar una sonrisa. Porque, ¿qué raro don le concede a una persona que vive en Madrid la ecuanimidad ética y moral, mientras que los demás españoles nos veríamos condicionados por un triste y patético egoísmo local?

No: el Gobierno de la Nación no garantiza mejor la defensa de la igualdad y la solidaridad por estar en el centro; lo que, en efecto, asegura que no habrá diferencias entre los españoles es que quien asuma el poder defienda posturas de progreso y no, por cierto, programas neoliberales, despiadados y crueles.

Y es que, ¿alguien puede dudar que hay mayor igualdad y solidaridad en un partido de izquierdas nacionalista, tipo ERC, que en uno de derechas centralista, tipo PP?

Escrito por MUTANDIS a las 5 de Junio 2006 a las 09:23 PM