31 de Mayo 2006

ZP Y SU PROYECTO DE PAÍS

Acostumbrado a las "visiones" de su amo, Rajoy interpreta como debilidad lo que no son sino fortalezas del contrario.

Uno de los reproches más habituales que el líder del PP le espeta a Zapatero es que, presuntamente, éste "ha disuelto todas las certezas", "carece de proyecto de país" y "no sabe a dónde va", aunque quizás lo que piensa es que "ignora a dónde nos lleva".

No, se equivoca Rajoy: un Presidente de un Gobierno democrático no tiene que llevarnos a ningún lado; somos nosotros quienes vamos, todos juntos o cada uno por nuestro lado, según nos plazca, para eso vivimos en una sociedad libre.

Un Presidente no debe, pues, proponerse aplicar su "concepto de España" al resto de sus conciudadanos: él no es nuestro conducator, nuestro führer ni, mucho menos, nuestro director espiritual.

El Presidente de un Gobierno democrático tiene que abstenerse de pretender "liderar" a sus compatriotas; él no es un pastor de rebaños, sino uno más, al cual, eso sí, le hemos encomendado una tarea poco heroica (por mucho que Aznar creyera lo contrario), cual es la de gestionar los recursos públicos según un programa votado por la mayoría.

Que a Rajoy le repugne el modo menor en que Zapatero interpreta su papel institucional no tiene nada de raro: habituado a las ínfulas elefantiásicas de su jefe, a sus "misiones salvíficas" en defensa de los Grandes Ideales (modo elegante de proteger los Grandes Intereses), la humildad de ZP le debe parecer una broma, una caricatura. Y es que la derecha española concibe la política de manera autoritaria y personalista, caudillista incluso: el Presidente de Gobierno es, a sus ojos, un auténtico monarca absoluto, que debería llevarnos a todos en su regazo hacia un futuro cargado de promesas.

Pues no, caballero: Zapatero no es más que usted ni que yo, pero tampoco menos. Es un "mandao", como nos gusta considerarnos a los españolitos de a pie. Si le votamos no es para que intenta imbuirnos de sus mayestáticos proyectos, ni para que nos dirija por el buen sendero como si de un párroco se tratara, sino, simplemente, para que interprete de manera adecuada la voluntad popular y se atenga a ella.

¿Le parece poco? Pues así es la democracia, compadre: un sistema mediocre, prosaico, sumamente cutre, para que todos, incluso usted, puedan decidir por su cuenta y riesgo qué es lo que les conviene, sin que ningún Generalísimo vele por él.

Escrito por MUTANDIS a las 31 de Mayo 2006 a las 01:09 PM