En los últimes meses, hemos oído numerosas apelaciones a cierta "mayoría" que, contra el veredicto de las urnas, estaría alzando su voz contra el Gobierno.
Esta presunta "mayoría" no sería, empero, un concepto meramente abstracto, virtual (como quien habla de la "opinión pública" o la "voluntad general"), sino un acontecimiento materializado en concreto, en forma de movilización colectiva en la calle. Contra una supuesta arbitrariedad gubernamental, las manifestaciones plasmarían la soberanía "real" del Pueblo; frente a los desmanes zapateriles, los rostros del "sentido común", la sensatez de la "gente de bien" y demás eufemismos para referirse, en última instancia: a nosotros mismos.
Porque de eso se trata, en suma: de erigirse en "reducto fiel" de la españolidad, en bastión ideológico y social de la "auténtica" cuidadanía. A diferencia de quienes delegan la acción política en sus legítimos representantes, los "integristas" de la vía pública opondrían el "mandato directo" de los peatones, quienes detentarían así el exclusivo ejercicio de la misma.
No es extraño, visto lo visto, que cuando, desde la derecha, se habla de "mayoría" al referirse a los 200.000, o 2.000.000, de españoles que secundan sus llamamientos a la "rebelión civil", en realidad reducen el espectro total de los ciudadanos a quienes comulgan con sus ideas. Si la aritmética les contradice (un 5% no es un 50% más uno, mál que les pese), no es por azar: para la derecha, España es una: la suya; grande, pero no como para incluir al adversario; y es libre, sólo en la medida en qu se pliegue a sus designios.
¿Mayoría minoritaria? Para el común de los mortales, este oxímoron repugna a la inteligencia; para el militante de la causa nacional-católica, no es más que un artículo de fe.
Escrito por MUTANDIS a las 17 de Marzo 2007 a las 01:29 PM