Rajoy lo ha dicho: El PP no es un partido católico. Con estas palabras, en una entrevista cordialísima celebrada ante las cámaras de TVE y que fue seguida por 2.791.000 espectadores (menos, por cierto, que los que en ese momento veían Pecado Original. Los virtuosos empiezan a escasear).
Pero lo mejor es lo que vino después: Es un partido que se inspira en el humanismo cristiano. Y yo me pregunto, ¿eso existe? Me refiero a si existe en el mundo conceptual, no en los estatutos de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, o comoquiera que se llame el antro donde se oculta la alimaña bigotuda.
Porque, por lo que yo he leído, el principio básico del humanismo no es otro que este: El hombre es la medida de todas las cosas. Dicho pensamiento, que hoy en día nos parece de lo más sensato pero que sólo conoció un brevísimo período de popularidad allá en el siglo V a.C., no sólo no obtuvo ningún apoyo durante los largos siglos de teocentrismo, sino que fue objeto del acoso sistemático por parte de las élites regentes (eclesiásticas y laicas) hasta finales del siglo XIV. Según el Antiguo y del Nuevo Testamento, los Padres de la Iglesia y la jerarquía vaticana, la medida de todas las cosas es DIOS, y los hombres no somos más que una copia imperfecta necesitada de redención. De ahí se deducía todo lo demás: los planetas y el Sol giran en torno a la Tierra, descendemos de Adán y no del mono, etc. etc.
El cristianismo, por su parte, se basa en esta idea: Sólo Dios es (Catecismo de la Iglesia Católica, 213). Él es la medida, el sostén, la raíz, el tronco y las ramas. Los seres humanos, como mucho, podríamos parecernos a las hojas de un árbol: frágiles y caducas, hacemos mucho ruido pero apenas servimos para proyectar una débil sombra debajo de nosotros. De ahí se deduce todo lo demás: desprecio de la autonomía de la razón humana (basta con repasar el suculento texto de Juan Pablo II aportado por Veritatis en este mismo foro); repudio del criterio individual y subsiguiente tutela de la Santa Madre Iglesia; elevación de la palabra del monarca de una corte medieval a criterio infalible; escarnio de los descubrimientos de la ciencia, cuyo desarrollo se empeñó en combatir con hogueras y anatemas; recelo ante el sistema democrático
Y yo me pregunto: ¿qué clase de engendro esperpéntico, qué entelequia inalcanzable para la inteligencia mortal, será eso de humanismo cristiano? No pueden haber cosmovisiones más antitéticas: agua y aceite. Es más, el Papa de Roma habla de la secularización (proceso implícito en cualquier aspiración humanista digna de tal nombre) como el origen del fin de nuestra civilización.
¡Ya lo tengo! Debe ser una especie de nadar y guardar la ropa: dejarse curar por la ciencia médica, pero con el crucifijo en el pecho (por si falla el galeno, invocar al Sagrado Corazón); predicar y no dar trigo; estar en misa, y repicar al mismo tiempo; hacerse el tonto e ir de listo; rogar a Dios sin soltar el mazo. Vamos, algo perfectamente acorde con el catolicismo práctico, el de todos los días, no el del Sumo Pontífice (que, como sabemos, sólo existe en las misas dominicales y las encíclicas papales).
El humanismo cristiano es la cuadratura del círculo: una cuestión de pura fe. O sea, cristianismo del más apolillado.
Ahora sí que encaja todo.
Escrito por MUTANDIS a las 17 de Noviembre 2004 a las 01:15 PM