5 de Enero 2005

CONDUCTA SEXUAL DESVIADA

Define el Catecismo de la Iglesia Católica la homosexualidad como “una inclinación objetivamente desordenada, malo desde el punto de vista moral” (2358). Desde una perspectiva católica, que en materia sexual privilegia la reproducción y la institución del matrimonio frente a la libre expresión de los sentimientos y las pasiones personales, es perfectamente congruente. La sexualidad debe redundar en descendencia, pues así los cónyuges otorgan a su cópula un valor trascendente de servicio a la sociedad y a Dios.

La homosexualidad es una conducta sexual desviada porque no contribuye a perpetuar la especie. Así pues, todo comportamiento sexual que se aparte de esta elevada tarea, es moralmente reprobado y católicamente rechazado.

Pero, ¿por qué detenernos en los homosexuales? También el onanismo es moralmente censurable y censurado por la Iglesia Católica, ya que supone el despilfarro de un líquido bien que debería ser convenientemente encauzado hacia la inseminación y consiguiente concepción de un nuevo ser.

Todo perfectamente lógico, desde un punto de vista estrictamente católico.

Ahora bien, ¿nos vamos a quedar aquí? ¿Nos conformaremos con criticar a quienes practican el sexo en solitario o con personas del mismo sexo? ¿No queda aún por estigmatizar un comportamiento que se aparta de la vocación esencial del ser humano, que es la procreación?

Si queremos ser católicos consecuentes, y excluir de la Gracia toda aquella conducta sexualmente desviada, deberemos anatemizar también a quienes, estando dotados por la Naturaleza para contribuir en la perpetuación de la especie, declinan dicha responsabilidad y se abstienen de aportar su grano (o sus gotas) de arena. Me refiero, por supuesto, a los varones célibes.

Católicos: homosexualidad y onanismo son conductas tan reprobables como lo puede ser el celibato. Todas ellas escapan al designio divino y natural, y constituyen un ataque frontal a la íntima esencia de la persona humana, que no por azar ha sido dotada para la sexualidad y la reproducción.

Los célibes son individuos egoístas, insolidarios y, al cabo, impíos que se sitúan, con su desviada conducta sexual (consistente en negar la sexualidad misma), al margen de Dios, de la humanidad y de la Iglesia.

Escrito por MUTANDIS a las 5 de Enero 2005 a las 12:12 PM
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