Para comprender la escalada en Roma del Opus Dei, cuyos miembros estaban dispuestos a todo para la conquista del Vaticano y convertirse en los «otros banqueros de Dios», hay que remontarse atrás, concretamente a los tiempos en que sucedieron las quiebras con desastre financiero de Michele Sindona y Roberto Calví, los dos banqueros italianos que fueron considerados los «banqueros de Dios» y terminaron desgraciadamente asesinados, entre otras graves razones, para que no hablasen y por tener estrechas vinculaciones financieras con el Vaticano. No obstante, hubo atascos en la conquista del poder financiero y resultó en definitiva excesivamente lenta para los miembros españoles del Opus Dei en tiempos del papa Pablo VI, entre 1963 y 1978; pero ya se estaba preparando por medio del grupo de presión ultra la sucesión y, al no conocerse bien la cara oculta del Vaticano, quién iba a imaginar en aquellos tiempos, en los últimos años de la dictadura de Franco, que tan sólo unos años más tarde iba a surgir un joven cardenal de la Iglesia católica de cincuenta y ocho años, como candidato polaco a papa de Roma, el cual había sido cultivado con esmero tanto por el grupo de presión ultra como por el Opus Dei. Ya hubo entonces miembros del Opus Dei que insistieron en señalar, como si fueran «señales del cielo», que todo aquello era manifiestamente expresión de «la voluntad de Dios».
Entretanto, fueron dos miembros del Opus Dei, los llamados «lópeces», López Rodó y López Bravo, quienes ocuparon sucesivamente en España el cargo de ministro de Asuntos Exteriores de los penúltimos gobiernos de la dictadura de Franco. López Rodó, que convivía bajo el mismo techo diariamente en Madrid con el financiero miembro numerario de mayor relieve dentro del Opus Dei, Luis Valls Taberner, ambicionaba la embajada en Portugal tras su salida del gobierno español, pero la «revolución de los claveles» del 25 de abril de 1974 echó por tierra sus planes. Como el ocaso biológico del general Franco se acentuaba, después de haberle propuesto el último gobierno de la dictadura el puesto de embajador en Tokio para mantenerle alejado de España, López Rodó accedió a irse a la embajada de Viena para reforzar la presencia en Austria del Opus Dei, así como animar el dispositivo que mantenía como plataforma de contactos hacia los países del Este europeo.
Desde Madrid y Roma, además de la embajada española en Viena donde se instaló López Rodó como embajador tras su salida del ministerio de Asuntos Exteriores en 1974, el Opus había comenzado a extender su apostólica tela de araña hacia los países que se encontraban entonces «mas allá del telón de acero». En Viena el Opus Dei contaba desde 1970 con la parroquia más vieja y elegante del centro antiguo de la ciudad, aunque sería López Rodó, con su cobertura diplomática como embajador de España, quien llevó la batuta de director en el concierto, ayudado por otros miembros de la Obra secreta de Dios, como el periodista Ricardo Estarriol, que actuaba bajo la cobertura profesional de corresponsal de prensa del diario La Vanguardia de Barcelona. Se trataba de «hacer apostolado en los países del Este» y, para ello, los miembros del Opus Dei afirmaban estar mejor preparados que el resto de las órdenes y congregaciones religiosas de la Iglesia católica. Según ellos, como laicos podían penetrar más fácilmente en ambientes donde los curas clásicos con sotana no llegaban y luego, como razón de mayor peso, presumían de manejar fondos cuantiosos o, al menos, se ofrecieron con resultados alentadores para gestionar los recursos financieros, por ejemplo, de las obras asistenciales germánicas «Advenía!» y «Miserear», que disponían de ingentes medios financieros en Alemania y habían sido constituidas para ayudar al tercer mundo y a jóvenes iglesias católicas repartidas por el mundo, enere las que figuraban las de los países del Este europeo. Con tales objetivos, el Opus Dei inició desde Viena durante los años setenta una ofensiva, por supuesto secreta, hacia los países del Este europeo, preferentemente hacia la católica Polonia, y pronto el Opus Dei se convirtió en el gran limosnero del obispado polaco y uno de los principales financiadores del por entonces sindicato clandestino polaco Solidarnosc, contando para ello con el apoyo financiero de organizaciones católicas alemanas, incluso judías, y hasta del gobierno de los Estados Unidos por medio de la Central Intelligence Agency (CÍA), que habían ayudado anteriormente a nutrir económicamente con algunos fondos a la pobre y famélica Iglesia polaca durante los pasados largos años de la «guerra fría».
Pero el «trabajo de campo», como si fueran unos misioneros, no fue lo más fructífero de la operación montada por el Opus Dei, como pronto se pudo advertir, porque la plataforma de contactos hacia otros países del Este europeo, además de Polonia, se reducía a un fichero con direcciones de Budapest, Praga y Bratislava, más un primer intento de implantación en las entonces repúblicas yugoeslavas de Eslovenia y Croacia. La ausencia de resultados prácticos no impidió, sino que, al contrario, favoreció paradójicamente al Opus Dei, que pudo conseguir mayores cotas de influencia en el grupo de presión ultra del Vaticano, especialmente, entre los prelados más acérrimos por su anticomunismo de la curia vaticana. Y, sobre todo, entre los miembros del episcopado de los países del Este que solían transitar por Roma, entre los que se hallaba el cardenal polaco Wojtyla, el cual se quedó maravillado con una actividad basada fundamentalmente en la intransigencia, la coacción y la desvergüenza; porque, como señala la máxima 387 del librito Camino del santo fundador del Opus Dei: «El plano de santidad que nos pide el Señor está determinado por estos tres puntos: la santa intransigencia, la santa coacción y la santa desvergüenza». La intransigencia, por muy santa que sea, es la «condición del que no transige o no se presta a consentir en parte con lo que no se cree justo, razonable o verdadero»; la coacción, por muy santa que sea, es la «fuerza o violencia que se hace a una persona para obligarla a que diga o ejecute alguna cosa»; y la desvergüenza, por muy santa que sea, es la «falta de vergüenza, la insolencia o la descarada ostentación de faltas y vicios». El cardenal Wojtyla recibió la ayuda financiera incondicional del Opus Dei, junto con un paquete de ejemplares del librito Camino traducido al polaco, que pasó a utilizar como texto de cabecera, además de una colección de vídeos sobre las catequesis en América del santo fundador del Opus Dei, que le sirvieron luego como inspiración y modelo para sus viajes ya siendo papa. Con la ofensiva al Este y la seducción al Oeste, la Obra secreta de Dios mataba dos pájaros de un tiro, penetrando más profundamente, como era su ambición, en los altos círculos del Vaticano, para lo cual los miembros del Opus Dei contaban con el apoyo incondicionado de los colegas del grupo de presión ultra. La operación, que no tuvo nombre, pero pudo haberse llamado Totus Tuus, desembocó más tarde en la elección del papa del Este, que estaba prendado, entre otras maravillas romanas, del Opus Dei y comenzó a demostrarlo desde sus primeros días de papado.
Con el cardenal Wojtyla ya elegido papa, los miembros del Opus Dei iban a obtener fácilmente el tan ansiado estatuto jurídico de prelatura y de independencia con respecto al Vaticano para convertirse sobre todo en los «otros banqueros de Dios». Encajando todo ello con el papado ultraconservador de Juan Pablo II en el fin del segundo y comienzos del tercer milenio de la era cristiana. Por parte del Opus Dei, apenas dada a conocer la elección del cardenal polaco como papa de Roma, su presidente Alvaro Portillo hizo público un comunicado de prensa donde agradecía la buena nueva al Espíritu Santo y resaltaba los antiguos lazos de amistad y solidaridad que unían al nuevo papa con la Obra secreta de Dios y con él mismo.
Los miembros del poderoso grupo de presión ultra del Vaticano aplaudieron al Opus Dei, porque se iba a convertir en el espejo en que el papa quería ver reflejadas sus intenciones de renovación y de revisión, tanto apostólicas como financieras, dentro de la Iglesia. También porque, aparentemente modernos en sus formas, pero integristas en sus planteamientos teológicos y morales, los miembros del Opus Dei, así como también los del grupo de presión ultra, eran además fanáticos partidarios de la inalterabilidad de la doctrina. No sólo le importaba al papa polaco, sino que incluso le alegraba la perspectiva de que el poder que ambicionaba el Opus Dei fuera el propio de la Iglesia católica. Aún más, era el poder del Vaticano, como ha señalado un analista, el primer objetivo que el Opus Dei quería conquistar y ya lo intentaba desde su interior. Otro experto en cuestiones vaticanas ha indicado también que era la misma Iglesia católica el organismo sobre el cual el Opus Dei aplicaba el poder real de su organización y la estructura social sobre la cual ejercía su influencia.
El Opus Dei, buscando sobre todo poder y dinero, contaba con dos bazas importantes que podía ofrecer al papa, contando con el apoyo incondicional del propio pontífice, que se mostraba seducido por la actividad «capilar» de sus miembros. La primera baza consistía en una tupida red de informadores repartidos por más de treinta países del mundo católico, cuando las actividades de información ultraconservadora habían vuelto a tener una mayor intensidad en el Vaticano con Juan Pablo II, ya que durante el papado de Pablo VI, su antecesor de hecho, uno de sus hombres de confianza y mano derecha, el cardenal Giovanni Benelli, se había encargado de desmantelar la red de «confidentes» ultraconservadores que efectuaban anteriormente, desde la Segunda Guerra Mundial, tareas de espionaje para el Vaticano.
En segundo lugar, el Opus Dei estaba en condiciones de ofrecer la experiencia de sus miembros en los negocios y su capacidad para actuar «con una técnica más depurada», sin la necesidad de recurrir el Vaticano para la administración de sus finanzas a hombres de paja y testaferros ajenos; por eso los dirigentes del Opus Dei esperaban contar para ello con el estatuto jurídico de prelatura, comparable al de una multinacional religiosa. La Santa Sede católica estaba padeciendo muchas dificultades en el mundo de los negocios, sobre todo después de la quiebra fraudulenta del banquero Sindona y de las repercusiones del caso de asesinato del banquero Caivi, que afectaron entonces gravemente a las finanzas del Vaticano. El gobierno de la Iglesia católica se debatía, a la llegada al poder de Juan Pablo II, con serias dificultades financieras, cuyo control escapaba incluso al papa y al Vaticano. Se contaba, para obtener un saldo positivo en el balance consolidado del mini-Estado papal, con las contribuciones económicas de todas las diócesis del mundo y de las congregaciones y órdenes religiosas, incluyendo también una ayuda financiera, al menos simbólica, por parte del Opus Dei.
Bajo la protección del papa Wojtyla las nuevas formas de organización financiera del Vaticano, junto con las remodelaciones realizadas a finales de los años setenta y el comienzo de los ochenta, se iban a orientar también en un sentido favorable a los intereses del Opus Dei, porque para manipular el tinglado financiero de la Iglesia católica la Obra secreta de Dios necesitaba el estatuto jurídico de prelatura personal, que le fue concedido por el papa Wojtyla lo más rápidamente posible y que demoró casi cuatro años, un récord de velocidad para la burocracia del Vaticano. Sin embargo, la penetración del Opus Dei en las finanzas del Vaticano no llegó a realizarse exenta de tacha ni de forma impecable. Lo más importante que conviene señalar sobre este aspecto crucial en las actividades ocultas de la Obra secreta de Dios es su dedicación, con mucha atención y esmero, a una gestión torpe e irregular del todavía inmenso capital financiero e inmobiliario del Vaticano a partir del segundo lustro de los años ochenta; aprovechándose el secreto Opus para incrementar de paso su propio patrimonio y ocuparse, con una sisa descomunal, hasta de la alimentación y vestimenta de sus miembros militantes repartidos por más de treinta países del mundocatólico.
El Vaticano, que es una bomba financiera aspirante y no expelente, logró contar en los comienzos del papado de Juan Pablo II con un cierto apoyo económico del Opus Dei, que ayudó a cubrir algunos déficits, especialmente con los apostolados de la Iglesia católica en los países del Este europeo. Sin embargo, las finanzas del Opus Dei nunca fueron boyantes y la Obra secreta de Dios no se podía permitir el lujo de financiar apostolados exteriores deficitarios de forma continuada. Durante el largo papado de Juan Pablo II el resultado previsible ha sido el abandono lento y paulatino, por parte del Opus Dei, de los nuevos apostolados en los países del Este propuestos por el Vaticano, concentrando la mayoría de esfuerzos de sus miembros en los países occidentales, donde existe una cultura católica, además de estabilidad y solvencia económicas. La razón última, sin embargo, era que el Opus Dei estaba condenado a ello por su lento, inevitable y creciente debilitamiento interno, decadencia agravada en los últimos tiempos, porque el meollo del problema para el Opus Dei reside en que abundan frecuentísimamente los despidos y abandonos, faltando militantes verdaderamente formados y no jóvenes en edad escolar incapaces de militar como miembros en la tan pretendida élite intelectual católica, la imagen que desde su fundación no ha logrado ofrecer aún el Opus Dei.
Escrito por MUTANDIS a las 19 de Enero 2005 a las 11:27 AM¡Pues sí que sabes cosas del Opus! Muy interesante.
Escrito por Pedro a las 20 de Enero 2005 a las 11:12 AMSe me olvidó pegar la fuente. Se trata de un extracto del libro "La cara oculta del Opus Dei", publicado por Jesús Ynfante en la Editorial Foca (2004).
Encantado de que sigas ahí, Pedro. Un saludo.
Escrito por MUTANDIS a las 20 de Enero 2005 a las 11:41 AMhuuuuuuu ps pa q mas toda esa information
Escrito por lili a las 28 de Septiembre 2012 a las 02:45 AMmuy bn me gusta q comenten =)
Escrito por mari a las 28 de Septiembre 2012 a las 02:48 AMel k dirige esto por fis dele fama ps es muy interesante esto porfis si espero que alguiem me escuchen
Escrito por sarita a las 28 de Septiembre 2012 a las 02:50 AMpues si espero que te esxcuchen sarita
Escrito por me a las 28 de Septiembre 2012 a las 02:52 AM