Cuando fue elegido Papa, Wojtila decidió que el catolicismo debía convertirse en un fenómeno mediático. Apoyado para ello en la constatada sapiencia del Opus Dei en los temas de la prensa (fíjense en Navarro Valls, corresponsal de ABC durante años en El Vaticano), emprendió una cruzada mediática con el objeto de llenar con su rostro los diarios y televisiones de todo el mundo.
En este sentido, cabe hablar de triunfo. Lo que no está tan claro es que, al pactar con el Mefistófeles contemporáneo (los medios de comunicación), haya obtenido otro rédito que el de aumentar la audiencia. Pues no otra cosa proporciona dicho pacto: notoriedad, mas no conversiones. El claro divorcio entre estima popular y conducta íntima que manifiestan los católicos certifica que el Papa se equivocó: en lugar de apelar a las conciencias para moverlas hacia su terreno, se desplazó al del enemigo y acabó derrotado, convertido en un fetiche catódico, sí, pero alejado de la vida diaria de los espectadores que lo adoran.
Escrito por MUTANDIS a las 8 de Abril 2005 a las 11:43 AM