EL BLOG QUE ESCANDALIZA A LA DERECHA
Muchos son los enemigos Dios, y seculares. Tantos como poderes terrenales han tratado de echarle el cerrojo al patio de luces para hacernos creer que el techo del mundo está tachonado de ladrillos: de límites, de ojos ciegos y tejados.
Tantos son los enemigos de Dios, que renuncio a enumerarlos. Prefiero hacer una abstracción moral de todos ello, remedando el clásico catálogo de los vicios y pecados capitales de la humanidad. Vamos a ello.
LA SOBERBIA. Es el pecado original: usurpar el puesto de Dios y, emulando su voz, decir que hablamos en su nombre. Esta tara es tan común a los que dicen defender a Dios como a los que tratan de combatirlo: ambos se ubican en una perspectiva falsa, la de quien todo lo ve. Pero tamaña omnisciencia no está al alcance de los hombres, así que debemos recelar de cualquiera que utiliza mayúsculas para hablar: la Ciencia, la Fe, la Verdad, la Razón, la Revelación...
LA GULA. Muy común en nuestros tiempos en ciertos barrios de la sociedad opulenta. Consiste en comer (comprar, consumir: destruir) más de lo que se necesita para mantenerse en pie. Es el resultado de haber perdido el sentido de los propios límites, por lo que puede considerarse una forma de soberbia estomacal.
LA PEREZA. De pensamiento. Es una variante de la inercia atávica de los cuerpos a caer a plomo. En su traducción culta, se llama tradición. En clave socioeducacional, disciplina.
LA LUJURIA. No sólo corporal, también espiritual (¡esos éxtasis, esos raptos místicos sublimando las pulsiones de la carne!). En los últimos tiempos, está mutando en logorrea: grandes palabras que, vacías de contenido, sólo le dan gusto al que las pronuncia.
LA IRA. Muy común, ya demasiado. Aúna este pecado ciertos aspectos de lujuria (por lo que tiene de gratificación unilateral y gratuita), de la gula (pues, una vez desatada, se muestra insaciable) y de la soberbia (sólo se enfada quien se cree en posesión de la verdad revelada). Suele empezar como un vientecillo que arrecia hasta degenerar en huracán.
LA ENVIDIA. Hija del complejo de inferioridad y madre de la ira, encuentra en la sociedad capitalista su perfecto caldo de cultivo, pues el monoteísmo de la libre competencia desemboca rápidamente en fraticidio.
LA CODICIA. También conocida con el eufemismo de sed de beneficios, conoce en nuestros días su máximo apogeo. Todo y todos se mueven por la expectativa de las ganancias materiales: no sólo los impíos, sino los que a sí mismos se llaman (con soberbia) hombres devotos. Éstos son los peligrosos: los que, desde las filas de Satán y confiados en la pereza de los ciudadanos, azuzan la envidia o libre competencia para que alimentar su gula de bienes temporales.
Sí, en efecto: la sociedad actual está enemistada con Dios. Para recobrar el contacto con la trascendencia, habría que desmontarla pieza a pieza: ¡fuera libre competencia, fuera sed de beneficios dinerarios, fuera iracundia y fuera guerras!
¿Quién tira la primera piedra?
Escrito por MUTANDIS a las 19 de Mayo 2005 a las 11:30 AMAl unico enemigo de dios que conosco es a "ENEMY OF GOD" de creator \,,/!!! :D
Escrito por Devil a las 29 de Julio 2010 a las 01:50 AMDios es amor
Escrito por mike skamm a las 18 de Enero 2011 a las 08:11 PM