16 de Septiembre 2005

EL RETORNO DE LA POLÍTICA

No hace tanto tiempo, se dio a la política por muerta. Coincidió, año arriba año abajo, con el anuncio del fin de las ideologías. Tras la claudicación de la izquierda occidental en su plan de transformar el mundo, se confinó a los gobernantes a la mera gestión funcionarial de la cosa pública: su cometido no sería ya materializar un programa (con sus ideas y prioridades, sus preferencias y sus rechazos) sino, presuntamente, detectar problemas objetivos que debían solventarse mediante planes racionales. A esta concepción de la política como fin de la política se la denominó tecnocracia, y pretendió confiar la dirección del buque del mundo a los ingenieros, los consultores y los expertos. Se acababa así, en teoría, con la demagogia, las tentaciones propagandísticas y las decisiones “populares” que se revelaban al cabo como ruinosas. Para blindar esta teoría de la política, por ejemplo, se concedió absoluta autonomía a las autoridades monetarias: los Bancos centrales toman decisiones vitales para el curso de los países al margen de las instituciones democráticas. Fue la época en que se apelaba de continuo a la bondad de las instancias “independientes” como sinónimo aparente de imparcialidad, objetividad y rigor.

Pronto se vio que todo ello no era más que una estratagema para ocultar intereses políticos, es decir, ideológicos, tras la fachada de una racionalidad impávida y neutral. Cuando, por poner un ejemplo, el Partido Popular daba forma en España a su Plan Hidrológico Nacional, no estaba tomando una decisión meramente técnica: estaba optando, eligiendo, prefiriendo un modo de concebir el desarrollo económico y territorial en detrimendo de otro, tan político e ideológico como el suyo. Lo mismo cabe señalar de la legislación en materia de educación, sanidad y, sobre todo, fiscalidad: todas y cada una de las decisiones que adopta un Gobierno son, como no podría ser menos, una forma de decantarse, de privilegiar a unos y perjudicar a otros, todo ello en aras de una concepción de la sociedad estrictamente política.

Todo ello me viene a la mente a la luz del escenario político al que asistimos en nuestro país desde marzo de 2004. Nunca como ahora, en 25 años de democracia, se había puesto de relieve con tanta fuerza el calado ideológico y político que tienen todas las decisiones que adopta un Gobierno: el modelo fiscal, la política de becas, el papel de la religión en las escuelas públicas, etc., son asuntos clave en los que un partido se define, se retrata ante la población, y resultaría absurdo (cuando no fraudulento) pretender poner en manos de técnicos lo que compete a todos los ciudadanos.

Gracias a ello, la política recobra todo su prestigio perdido, o robado por quienes quisieron darla por acabada para poder desarrollar impunemente sus propias políticas parciales, ideológicas y limitadas. Vuelve la política, y lo hace henchida con su carga de utopía, de justicia y de transformación social que la derecha quiso sustraerle, sin conseguirlo.

Escrito por MUTANDIS a las 16 de Septiembre 2005 a las 11:56 AM
Comentarios
Escribir un comentario









¿Recordar informacion personal?