31 de Mayo 2005

LOS OBISPOS Y EL PP

Desde el 14-M, se ha ido cristalizando una estrategia añeja y maloliente que trata de reeditar antiguas cruzadas (de funesta memoria).

Es el resurgir del nacional-catolicismo, articulado en torno a la tríada España-Familia-Religión.

Una conspiración en la que participa el Partido Popular, la COPE, El Mundo, La Razón, Libertad Digital, Antena 3, Onda Cero, la Conferencia Episcopal y un sinfín de asociaciones-pantalla, como el Foro de la Familia, el Sindicato de Funcionarios Manos Limpias, ASAJA, todo ello con la cobertura de los vocales-títere del CGPJ y multitud de magistrados de la Asociación Profesional de la Magistratura.

Se trata de una declaración de guerra fría al Pueblo español, igual igual que se rebelaron en 1936 contra la victoria del Frente Popular en las urnas.

Lo malo de todo esto (para los golpistas) es que la ciudadanía ha cambiado... para bien. Ya no es supersticiosa, ni sumisa con los curas, ni se deja mangonear por cuatro plumíferos a sueldo: ha estudiado, ha viajado, conoce su historia y sabe desenmascarar a los farsantes y manipuladores de conciencia.

Así que, cuando un obispo pide el voto para el PP en Galicia, quizá arranca un puñado de sufragios a cuatro docenas de jubilados con boina... pero a costa de perder cientos de miles entre los jóvenes y no tan jóvenes sobradamente preparados, demócratas y con criterio propio.

Escrito por MUTANDIS a las 11:28 AM

19 de Mayo 2005

ENEMIGOS DE DIOS

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EL BLOG QUE ESCANDALIZA A LA DERECHA

Muchos son los enemigos Dios, y seculares. Tantos como poderes terrenales han tratado de echarle el cerrojo al patio de luces para hacernos creer que el techo del mundo está tachonado de ladrillos: de límites, de ojos ciegos y tejados.

Tantos son los enemigos de Dios, que renuncio a enumerarlos. Prefiero hacer una abstracción moral de todos ello, remedando el clásico catálogo de los vicios y pecados capitales de la humanidad. Vamos a ello.

LA SOBERBIA. Es el pecado original: usurpar el puesto de Dios y, emulando su voz, decir que hablamos en su nombre. Esta tara es tan común a los que dicen defender a Dios como a los que tratan de combatirlo: ambos se ubican en una perspectiva falsa, la de quien todo lo ve. Pero tamaña omnisciencia no está al alcance de los hombres, así que debemos recelar de cualquiera que utiliza mayúsculas para hablar: la Ciencia, la Fe, la Verdad, la Razón, la Revelación...

LA GULA. Muy común en nuestros tiempos en ciertos barrios de la sociedad opulenta. Consiste en comer (comprar, consumir: destruir) más de lo que se necesita para mantenerse en pie. Es el resultado de haber perdido el sentido de los propios límites, por lo que puede considerarse una forma de soberbia estomacal.

LA PEREZA. De pensamiento. Es una variante de la inercia atávica de los cuerpos a caer a plomo. En su traducción culta, se llama tradición. En clave socioeducacional, disciplina.

LA LUJURIA. No sólo corporal, también espiritual (¡esos éxtasis, esos raptos místicos sublimando las pulsiones de la carne!). En los últimos tiempos, está mutando en logorrea: grandes palabras que, vacías de contenido, sólo le dan gusto al que las pronuncia.

LA IRA. Muy común, ya demasiado. Aúna este pecado ciertos aspectos de lujuria (por lo que tiene de gratificación unilateral y gratuita), de la gula (pues, una vez desatada, se muestra insaciable) y de la soberbia (sólo se enfada quien se cree en posesión de la verdad revelada). Suele empezar como un vientecillo que arrecia hasta degenerar en huracán.

LA ENVIDIA. Hija del complejo de inferioridad y madre de la ira, encuentra en la sociedad capitalista su perfecto caldo de cultivo, pues el monoteísmo de la libre competencia desemboca rápidamente en fraticidio.

LA CODICIA. También conocida con el eufemismo de “sed de beneficios”, conoce en nuestros días su máximo apogeo. Todo y todos se mueven por la expectativa de las ganancias materiales: no sólo los impíos, sino los que a sí mismos se llaman (con soberbia) hombres devotos. Éstos son los peligrosos: los que, desde las filas de Satán y confiados en la pereza de los ciudadanos, azuzan la envidia o libre competencia para que alimentar su gula de bienes temporales.

Sí, en efecto: la sociedad actual está enemistada con Dios. Para recobrar el contacto con la trascendencia, habría que desmontarla pieza a pieza: ¡fuera libre competencia, fuera sed de beneficios dinerarios, fuera iracundia y fuera guerras!

¿Quién tira la primera piedra?

Escrito por MUTANDIS a las 11:30 AM | Comentarios (2)

EL ONANISMO DE ROBINSÓN

El día que ganó las elecciones en 2000 por mayoría absoluta, el Partido Popular se encerró en su torre de marfil y tiró la llave. Es ahora, que sufren los efectos de su actitud durante cinco años, cuando deben apechar con las consecuencias del “aislamiento voluntario” en el que se confinaron entonces.

Ya no se trata de que al Partido Popular le resulte, a día de hoy, imposible tratar de recabar apoyos para sacar adelante una iniciativa legislativa propia, más allá de algún que otro veto simbólico en el Senado. Es que ha logrado concitar en torno suyo el mayor consenso conocido en la historia de nuestra joven democracia. Nunca, como ahora, se había visto un mayor número de grupos parlamentarios apoyando al Gobierno (incluso aquellos que carecen de “contrapartidas” por ello, caso de CiU) y más solo al principal partido de la oposición. Esto no puede ser fruto del azar.

Lo cierto es que al Partido Popular le va, la soledad. Su propio ideario, esos “principios” que tan firmemente dicen defender son, per se, excluyentes: sus “convicciones morales”, a las que tan a menudo apelan, se basan en valores de clase, de privilegio, de superioridad de unos (los fuertes) sobre otros (los débiles), de discriminación de quienes no comparten su moralidad, etc. No es raro, pues, que quien cultiva una doctrina que margina a amplias capas de la sociedad, acabe viendo cómo éstas le dan la espalda.

Uno de los escenarios paradigmáticos de este encastillamiento que ha acabado redundando en rechazo frontal es la política territorial. Durante el cuatrienio negro 2000-2004, el Partido Popular emprendió una política de “involución” autonómica, consistente en tratar de recobrar para el Estado central competencias cedidas, ya sea por la vía legislativa, ya sea por la administrativa. Aunque el Tribunal Constitucional ya ha empezado a dictar sentencias restaurando el orden de las cosas, lo cierto es que el coste electoral que le acarreó al PP la cruzada castiza de Aznar fue enorme: dio alas a los nacionalismos periféricos, afianzó la mayoría absoluta de Chaves en Andalucía, espoléo a ERC en Cataluña y aumentó la brecha existente entre los dos bloques enfrentados en Euskadi.

Es lo que ocurre cuando, en democracia, uno se arroga el monopolio del poder: que los ciudadanos se molestan y acaban arrebatándole el cetro a quien ha abusado de él. Bonita lección que, por lo que vamos viendo, el Partido Popular aún no ha aprendido. Tal vez un nuevo suspenso en la próxima convocatoria acabe venciendo ese empecinamiento que, más que robinsoniano, empieza a sonar a verdadero onanismo.

Escrito por MUTANDIS a las 11:29 AM | Comentarios (0)

¡MENOS PRINCIPIOS, POR FAVOR!

El Partido Popular se jacta, una y otra vez, de ser “un partido de principios”. El propio Mariano Rajoy, en su alocución durante el Debate sobre el Estado de la Nación, le espetó a Zapatero que carecía de principios.

Tengo que reconocer que, en política, el valor de los principios me parece dudoso. Porque, al fin y al cabo, ¿cuál es la tarea de un partido político? ¿Propugnar públicamente un credo cerrado, al cual los ciudadanos deberían adherirse de manera incondicional? ¿O más bien, tratar de prestar atención a las demandas de la población, de brindar soluciones a sus problemas reales?

No hay duda de que un partido, por motivos de tradición y también de elección, encarna un ideario, o más bien, una sensibilidad, un modo propio de afrontar los problemas. Esta sensibilidad es la que permite al electorado confiar en que, ante una cuestión no contemplada explícitamente en los programas respectivos de las diversas formaciones, la balanza caerá de un lado y no del otro. Pero, en términos materiales, lo que debe primar en el sistema representativo es, siempre, el interés general, no los principios que ostente quien recibe el mandato de velar por él.

Así que, cuando escucho a la derecha española jactarse de sus principios, me asaltan las dudas: ¿pretende que, con mi voto, le entregue también la dirección de mi conciencia? ¿O es que me garantiza que, en caso de acceder al gobierno, no velará por el interés general, sino que tratará por todos los medios de ser fiel, a cualquier precio, a esos santos principios, o tal vez intereses, a los que no renunciará bajo ningún concepto?

Creo que la trayectoria mostrada por el Partido Popular en los últimos años contesta por sí misma esta pregunta.

Escrito por MUTANDIS a las 11:28 AM | Comentarios (0)

URDACI MINTIÓ

Alfredo Urdaci, “periodista” y ex-director de informativos de TVE durante la época de gobierno del PP, ha reconocido ante el juez que las palabras que atribuyó a Fernando Delgado, periodista de la Cadena SER, en su libro Días de ruido y furia, “no son ciertas”.

Recordemos: en dicho libro, Urdaci ponía falsamente en boca de Delgado unas palabras, supuestamente pronunciadas en plena jornada de reflexión, con las que animaba a acabar en las urnas con “Urdaci, Jiménez Losantos y Ussía, herederos de quienes mataron a Lorca”.

Urdaci, que ya fue condenado por los tribunales en su momento por haber falseado una información sobre la huelga general (¿recuerdan el famoso ce-cé-o-ó?), está sonando en los últimos tiempos como posible incorporación al equipo de informativos de Telemadrid o de Antena 3, cadenas en manos del Partido Popular.

Hay una cosa que no entiendo: si ha quedado claro que Urdaci miente, que es un periodista que no merece dicho nombre, ¿por qué no entra de una vez por todas en el partido, en lugar de intentar seguir pasando por lo que no es: un profesional de la información?

Algo hay reconocerle a Urdaci: que, aunque no sabe (o no quiere) evitar sus errores, sí conserva la vergüenza para reconocerlos. Una virtud que, por cierto, no comparte con su jefe espiritual, José María Aznar, de quien aún esperamos alguna explicación sobre las armas de destrucción masiva, la implicación de ETA en el 11-M, el Prestige, el Yak-42 o las subvenciones europeas que concedió ilegalmente a sus amigos y clientes.

Escrito por MUTANDIS a las 11:23 AM | Comentarios (0)

17 de Mayo 2005

BOCAZAS

Cuando uno no tiene nada que decir, grita.

Esta frase de Ortega, que cito de memoria, me ha venido a la cabeza tras escuchar en los últimos días una cascada de declaraciones bombásticas por parte de políticos del Partido Popular (a microfonistas y foreros no los tenga en cuenta, por motivos obvios).

Ayer mismo, se oyó:

a) a un diputado del PP por Ceuta llamar al PSOE "partido nacional-socialista";

b) a un diputado del PP en la Junta de Castilla-La Mancha decir que la paralización del PEH "es la peor noticia en la historia de España, peor que todas las guerras y batallas";

c) al Presidente en funciones de la Xunta de Galicia tildar a los socialistas de "sectarios repugnantes" en sede parlamentaria, con unas imputaciones que luego, en la Cadena SER, admitió que eran falsas.

A esto hay que sumar el furibundo (y penoso) discurso de Mariano Rajoy en el Debate sobre el Estado de la Nación, con expresiones barriobajeras y de charla de café, del tipo:

a) "¿Qué le está haciendo a mi país?"... cuando el país lo hacemos entre todos, y en todo caso lo desharemos entre todos si es preciso;

b) "Usted ha sembrado las calles de sectarismo"... cuando la violencia callejera la protagonizan, en Madrid, los cachorros afines a la extrema derecha;

c) "En un solo año usted ha puesto el país patas arriba"... cuando lo cierto es que el PSOE se ha limitado a cumplir el mandato que los ciudadanos le hemos hecho en las urnas (o sea que si alguien está cabeza abajo, es el PP).

En fin, ante tamaña pérdida de los papeles, uno tiene que advertir: señores de la derecha, si luego sus brigadas de fanáticos se dedican a golpear a ancianitos en una librería, o a expulsar a ministros de una manifestación, o a mentar a la madre en los foros de internet al primero que disiente de ellos, yo ya sé a quién culparé. Al autor espiritual de los hechos en cuestión: sus ilustres señorías, bocazas de pro.

Escrito por MUTANDIS a las 12:41 PM | Comentarios (0)

LIBERALES SUBVENCIONADOS

Los "liberales" de ambos lados del charcho (EEUU y PP) se jactan de apoyar la "sociedad libre", con todo lo que para ellos conlleva: retirada del Estado del control de la economía, privatización de los servicios públicos, desregulación del mercado laboral, supresión de los derechos sociales, en fin: ley de la selva.

¿Es en verdad así? ¿Practican lo que predican?

No, no lo hacen: el liberalismo de yanquis y peperos es de boquilla, porque luego usan y abusan de los fondos públicos para incrementar sus cuentas corrientes.

Ejemplos: las ayudas públicas multimillonarias que Bush ha concedido a Boeing para contrarrestar la pujanza de Airbus, o los miles de dólares en aranceles que ha permitido enriquecerse al sector del acero norteamericano con restricciones a las importaciones. Estos son datos reales, no declaraciones de intenciones (hasta el punto de que la OMC ha autorizado a la UE a adoptar medidas compensatorias).

En España, otro que tal: el PP condonó la deuda millonaria en subvenciones públicas a Ercros, empresa que dirigía Josep Piqué, operación por la cual la empresa ganó una cantidad astronómica a costa de los españoles. Las eléctricas perciben miles de euros cada mes por supuestos "costes de transición a la competencia", que le pagamos todos nosotros en nuestras facturas. Por no hablar de los miles de millones en ayudas comunitarias ilegales que se embolsan terratenientes y grandes empresarios (caso del lino, FORCEM, Izar), pero que luego tiene que devolver el gobierno socialista.

¿Y las subvenciones a FAES o la Fundación Francisco Franco? ¡Muy liberal, eso de obligar a los españoles a que mantengan económicamente a entidades privadas cuyo único fin es atacar a la democracia y glorificar a un dictador!

En fin, ya lo ven: hipocresía mayúscula, la de esos liberales que, para serlo, necesitan que el Estado social les pase dinero.

Escrito por MUTANDIS a las 12:37 PM | Comentarios (0)

GUERRA SUCIA

La Asociación de Víctimas del Terrorismo lleva mucho tiempo bordean el límite mismo de la decencia y la honestidad. La manera en que (por decirlo de manera cortés) se dejó instrumentalizar por el PP en la manifestación de Madrid ya hizo saltar todas las alarmas. Su actitud hostil respecto a Peces-Barba, todo un padre de la Constitución y pro-hombre de la democracia, empezó a vislumbrar una sospecha.

Hoy se ha confirmado la peor de las hipótesis: la AVT, en lugar de volcarse en apoyar a sus asociados y gestionar con las Administraciones las ayudas a las que tienen derecho, se ha liado la manta a la cabeza y empieza a hacerle el trabajo sucio al PP.

Resulta que, después de alinearse torticeramente con la hipótesis de Rajoy y en connivencia deshonesta de Antena 3 y La Razón (ambos medios, del Grupo PPlaneta), para desacreditar la estrategia pacificadora de Zapatero, ahora se descuelgan... ¡presentando una denuncia contra el PCTV por colaboración con banda armada! Así, empiezan a imitar a otra plataforma-títere de la derechona: una tal asociación Manos Limpias con la que el PP pretende ensuciar el buen nombre de los gestores públicos... de la izquierda.

La guerra sucia de la extrema derecha por recobrar el poder que perdieron en las urnas el 14-M no ha hecho más que empezar: ya han puesto toda la carne en el asador. Pero los demócratas estamos enfrente, con la cabeza alta y las leyes en la mano, gritando: ¡NO PASARÉIS!

Escrito por MUTANDIS a las 12:35 PM | Comentarios (0)

16 de Mayo 2005

CONTRA LA TRADICIÓN y otros textos

CONTRA LA TRADICIÓN

La derecha nacional-católica española sufre de “la hipnosis de la tradición”, que decía Tolstoi. Bajo su paraguas, obispos y políticos populares se han declarado en contra, durante los últimos meses, de ciertas innovaciones legislativas aprobadas en las Cortes Generales, como la ampliación del matrimonio civil a las parejas homosexuales, o de la posibilidad de que la asignatura de religión no cuente con alternativa en la escuela pública, todo ello en nombre de una sacrosanta (nunca mejor dicho) “tradición española”.

Pero, ¿qué es la tradición? La rutina, el hábito de lo que hicieron los muertos, imponiéndose sobre la voluntad de los vivos. Esta perspectiva, radicalmente conservadora e impropia de la sociedad moderna y democrática (la cual basa su ideario en la capacidad de los ciudadanos de decidir lo que desean hacer ex-novo), llevada a su extremo, permitiría por ejemplo avalar la superioridad de los sistemas totalitarios sobre la propia democracia, tan juvenil ella: no en vano, los sistemas representativos en España han gozado, por desgracia, de muy escasa “tradición”, gracias por cierto al empeño de los sectores más tradicionalistas y conservadores.

En el colmo del absurdo, el “argumento” de la tradición nos obligaría a seguir preservando intacta una sociedad patriarcal, machista, homófoba, clasista, sólo por el hecho de que nuestros ancestros fueron incapaces de subvertirla.

Lo que llama la atención es que, frente a esta actitud reverencial respecto al legado de la historia (coagulado en un supuesto “derecho natural” que, en honor a la verdad, no sería más que el resultado de la imposición violenta de un modelo social sobre los demás), los mismos sectores apuesten por alterar algo tan intrínsecamente permamente como ¡el curso de los ríos! En efecto, si de acatar el dictado de la Naturaleza y la Historia se trata, no habría nada más aberrante que el trasvase del Ebro incluido en el Plan Hidrológico del PP: si Dios quiso dar agua al norte y negársela al sur, ¿quiénes somos los seres humanos para enmendarle la plana?

Y es que, a menudo, los conservadores son bastante incongruentes: basta con que se crucen en su camino los mundanos intereses materiales para que abandonen a gran velocidad todos sus escrúpulos históricos y naturalistas. Poderoso caballero...


SECTARISMO

En su intervención durante el pasado Debate sobre el Estado de la Nación, Mariano Rajoy lanzó una proclama que ha venido propagando últimamente la derecha española a diestro y siniestro: acusó a Zapatero de “sembrar las calles de sectarismo”.

Perplejo me quedé, al escucharle. Primero, porque yo voy andando por las calles y lo único que veo sembrado (y crecido) son los naranjos, las acacias y los jacarandás. Pero es que, además, no sé a qué se refiere con ese palabro. “Sectarismo”, ¿qué será?

Supongo que sectario es aquel que se encierra en su propio grupete, más o menos homogéneo, cultiva una ideología cerril y excluyente, practica el culto a un líder carismático y destruye la personalidad de sus miembros.

¿Es sectario el PSOE aquí y ahora, en la España del 2005? Véamoslo:

- es difícil considerar al socialismo actual como una ideología uniforme, si en su seno se oyen voces tan discordantes como la de Maragall y la de Bono o Rodríguez Ibarra en temas tan centrales como el modelo de Estado o la financiación autonómica;

- a duras penas podríamos admitir que el PSOE se encierra a cal y canto en sus propios planteamientos, pues en la presente legislatura ha pactado en numerosas ocasiones con los demás grupos parlamentarios (incluido el PP, caso de la Ley contra la Violencia Integral), no sólo con ERC e IU;

- tal vez ZP goce ahora mismo de predicamento entre las filas del PSOE, pero no creo que pueda jactarse (aún) de arrastrar a masas enfervorizadas de incondicionales, como sí hizo (y hace) José María Aznar;

- tampoco es de recibo la idea de que el PSOE combata la manifestación individual de sus miembros, en repetidas ocasiones discrepante entre sí, lo cual le ha valido que el PP le acusara de “carecer de proyecto común” ().

Así las cosas, ¿puede calificarse al PSOE de sectario? No, no es posible hacerlo sin faltar a la verdad. Sin embargo, ¿hay datos que permitan tachar al Partido Popular de comportarse como tal?

- con frecuencia inusitada, vota en contra del resto del Congreso, incluso en temas que merecen el consenso de la Cámara (como la moción de condena de la persecución de los homosexuales durante la Dictadura);

- mantiene en solitario unos postulados que los hechos se empeñan en desmentir, como la autoría del 11-M o la legitimidad de la invasión de Irak;

- muestra una, ejem, solidez interna (por no llamar unanimidad) que Juan Cobo, número dos del Ayuntamiento de Madrid, ha tachado de “talibán”;

- practica el culto incondicionado al gurú Aznar, hasta el punto de que es difícil admitir que no siga hablando, cual ventrílocuo, por la boca de su muñeco Rajoy;

- para colmo de males, los seguidores más acérrimos del Partido Popular han mostrado en varias ocasiones en los últimos tiempos su temperamento violento, expulsando a José Bono de una manifestación pública o agrediendo a los asistentes a la presentación de un libro de Santos Juliá.

Vistos los hechos, más bien se diría que quien siembra las calles de un sectarismo furibundo y agresivo es la derecha. Y sólo llevamos un año de gobierno socialista....


ASUMIR LA REALIDAD

En unas recientes declaraciones publicadas por la prensa, la presidenta de Los Verdes destacaba que el proceso de regularización de inmigrantes que acaba de concluir en España mostraba una envidiable “capacidad de asumir realidad”. Me parece una reflexión interesante.

La regularización de inmigrantes ilegales implica que la Administración acepta un hecho y trata de extraerle el máximo partido en beneficio de todos: lo contrario, además de ilegal y poco práctico, habría supuesto una crasa hipocresía por parte de los tutores de la ley y el orden.

Pero es que, bien mirado, esa hipocresía es consustancial a cierta ideología, llámenla conservadora o reaccionaria. Veamos unos ejemplos:

- el adulterio, cristalizado en la figura de “la querida”, coexistió durante décadas con la respetadísima institución del matrimonio convencional, a la cual en último término brindaba un eficaz mecanismo de refuerzo;

- la prostitución, que se ejercía en esos espacios cínicamente intitulados “casas de tolerancia”, servía de válvula de escape para una sociedad represora (en teoría) de los instintos sexuales, a los que así saba salida (en la práctica);

- la bastardía, ominosa categoría con la que se condenaba a los molestos frutos de los “deslices extramatrimoniales” al limbo de la inexistencia oficial, daba forma y sustancia a uno de los más clamorosos escándalos de la civilización burguesa y puritana: la discriminación por razón de cama;

- la violencia conyugal (por no llamarla sexual) se ocultaba bajo la alfombra de una apariencia intachable, a despecho de su extensión e intensidad, de modo que ahora creemos que ha aumentado un fenómeno que, simple y llanamente, se reconoce con mayor valentía y determinación.

En todos los casos, la desviación de una norma rígida e implacable, la de una sociedad clasista, sexista y homófoba, debía ser silenciada para no sufrir el escarnio público. La consigna era: lo que no se sabe, lo que no se admite, no existe en realidad.

Ahora bien, ¿no es esa la pauta que siguen, aún hoy, los adalides de la derecha? Cuando Aznar, arrinconado por Gaspar Llamazares, se niega a admitir en la Comisión del 11-M el menor error en la prevención del atentado, ¿no está aplicando el mismo principio: lo que no asumo, no me ha pasado? Cuando Ángel Acebes se opone ruidosamente a la regularización de los inmigrantes ilegales, ¿no sigue el mismo camino: si no les doy papeles, es que no están... aunque les sigamos explotando?

Esta desviación psíquica, denominada “neurosis” por el psicoanálisis, presta al individuo una salida compensatoria para escapar simbólicamente de una situación real que le oprime.

Ahora bien, la hipocresía, que en una sociedad cerrada y opaca como la burguesa servía como dispositivo de control moral, ¿es plausible en un marco democrático, abierto y transparente? ¿Es viable, en la época de la generalización universal de los medios de comunicación incluido ese desenmascarador justiciero que es internet, trabajar en mantener una fachada impoluta, cuando las cloacas están llenas de heces?

No. La democracia exige claridad, honestidad y franqueza. Quien se miente a sí mismo, fracasa; y quien miente a los demás, lo acaba pagando. Aceptar la realidad tal como es parece ser, ya, el único modo de transformarla. La vía de la hipocresía sólo conduce al solipsismo, el monólogo y la locura.


LAS VÍCTIMAS

Llevamos unos meses algo ahítos de discursos vindicadores de las víctimas del terrorismo. Todos los partidos dicen hablar en su nombre y a su favor. Voy a mostrarme políticamente incorrecto y a compartir algunas inquietudes:

a) ¿con las víctimas del terrorismo MÁS VÍCTIMAS que las del resto de delitos? Eso es lo que parece. Se dirá que un atentado es un crimen tanto más salvaje cuanto que es indiscriminado y simbólicamente relevante. No diría yo que un atracador callejero discierna demasiado a quién va a privar de su cartera; y en cuanto al presunto efecto moral que causa en la sociedad un zambombazo de ETA, niego que debamos concedérselo en absoluto. Si los terroristas no son, en efecto, sino pistoleros, delincuentes comunes, ¿por qué carajo debemos distinguir públicamente sus tropelías, ensalzando a sus víctimas por encima de las de otros delitos? El primer triunfo del terrorismo consiste en concederle galones de guerra a sus damnificados;

b) ¿deben las víctimas ser tenidas en cuenta por los poderes públicos a la hora de acometer las medidas políticas y penales encaminadas a reprimir el delito? Una cosa es que las víctimas merezcan ayudas públicas para que su dolor se vea mitigado en la medida de lo posible, y otra muy distinta es poner en sus manos la resolución de los conflictos. En Estados Unidos, antes de conceder el tercer grado a un preso, el juzgado solicita la autorización de su víctima: ¿vamos a poner el fin de ETA en manos de quienes menos motivos tienen para perdonar?

c) ¿son todas las víctimas iguales para todo el mundo? No he podido olvidar que, durante la comparecencia en la Comisión del 11-M de Pilar Manjón, presidenta de la Asociación de Víctimas del atentado, Eduardo Zaplana se dedicó ¡a leer el periódico! Ni siquiera se tomó la molestia de contestar a la señora Manjón: le cedió el incómodo papel a una colega con más escrúpulos morales. Si el PP se llena la boca con las víctimas del terrorismo cuando éstas han caído por una acción de ETA, ¿se lava las manos si fueron abatidas por una bomba de radicales islamistas? Por no hablar de los insultos y amenazas de muertes que los derechistas le prodigan a la pobre señora. ¿Es esa la compasión, la solidaridad, la piedad humana que predica la derecha? ¿O se trata todo de una vasta operación de mercadotecnia, encaminada a trabar cualquier forma de entendimiento en esta materia entre el Gobierno y la oposición?

Demasiadas preguntas y muy pocas respuestas, me parece a mí, como para dar por supuesto que todos hablamos de lo mismo (y entendemos las mismas cosas) cuando hablamos de “víctimas del terrorismo”.


LO RECTO Y LO TORCIDO

Cuando El Vaticano da una consigna, los obispos se afanan en propalarla. Este es el caso de una expresión que, en los últimos tiempos, hemos oído con insistencia: me refiero a la de “conciencia rectamente formada”. Según los representantes de la Iglesia católica y romana en España, sus fieles son personas rectas y los demás (por eliminación lo digo) son torcidas. ¡Por eso aprueban las leyes que aprueban, homologando los derechos de todos los ciudadanos con independencia de su orientación sexual!

En principio, la expresión puede tener su gracia, pero tomada detenidamente nos retrotrae a una época que creíamos periclitada: aquella en la que la Santa Madre se erigía en depositaria de la Verdad Única y Revelada, y a los ciudadanos (tenidos por ovejas del rebaño de Dios) no les quedaba más que atenerse a sus dictados inefables, inexplicados e inexplicables.

A tenor de las declaraciones episcopales que venimos escuchando desde que el PP perdió el poder en las urnas (única sede de la soberanía popular, según la Constitución Española), se diría que la Iglesia se ha propuesto devolvernos a los tiempos conciliares... del primer concilio quiero decir, ya saben: “España, evangelizadora de la mitad del orbe, martillo de herejes, luz de Trento...” que escribiera Menéndez y Pelayo. Nada queda del propósito ecuménico y tolerante que animó el Concilio Vaticano Segundo, con su apertura al diálogo interreligioso y a la cooperación con la sociedad laica. Vuelven las declaraciones furibundas, los anatemas y las listas negras de personas torcidas: gays, socialistas, ateos, masones... y demócratas.

Porque un demócrata es una persona que sabe que no sabe, o que no lo sabe todo; que tiene su verdad por provisional; que la comparte con su vecino para tratar de organizar la convivencia común del mejor modo posible; que dialoga sobre lo que conoce para acceder a un mínimo conocimiento acerca de lo que ignora; que se informa, aunque está convencido de que la ola de la realidad siempre acabará cubriendo su frágil cabeza.

La persona dotada de “una conciencia rectamente formada”, por el contrario, no tiene ninguna duda: le basta con obedecer las órdenes que le transmite el vicario de Cristo, si ya no desde el púlpito, sí desde el periódico, la radio y el televisor (los templos ya no son lo que eran). El católico, soldado del ejército de los elegidos, jamás vacila: lo que tiene que pensar, se lo chiva el párroco; lo que tiene que purgar, se lo indica el confesor. La suya es un alma recta, sumisa: responde como un eco a la voz del sargento de Dios pues, como se sabe, donde hay patrón...

Visto así, yo me pregunto cómo pueden coexistir pacíficamente dos tipos de ciudadanos tan dispares en el seno de una misma sociedad: si unos, los torcidos, se proponen convenir mediante acuerdos públicos y notorios el destino de nuestro barco común, mientras los otros, los rectos, se afanan en pedirle la carta de navegación a un gobernante extranjero. No es broma: me resulta difícil imaginar cuál puede ser la ruta de una embarcación tripulada, al mismo tiempo, por dos clases de personas tan opuestas entre sí.


SILOGISMO FÁCIL

Premisa A = La soberanía del Pueblo español reside en las Cortes Generales, y se plasma en forma de leyes.

Premisa B = Los obispos son representantes legales del Estado Vaticano en España, y como tales se rigen por el Derecho Internacional; en términos jurídicos, se consideran ciudadanos de un país extranjero.

Conclusión = Cuando los obispos, ciudadanos vaticanos, incitan a los ciudadanos españoles a no cumplir las leyes emanadas de las Cortes Generales, cometen una grave ingerencia política que vulnera la legalidad internacional, y quienes les obedezcan se comportan como auténticos antiespañoles.

Escrito por MUTANDIS a las 11:47 AM | Comentarios (0)

ADIÓS A LAS ARMAS

El presidente Zapatero ha manifestado en sede parlamentaria su determinación a acabar con la banda terrorista ETA por medios pacíficos. Prolongando con el ideario progresista de abominar de la violencia, el cual se puso de manifiesto en su oposición a la invasión de Irak, ZP va a tratar de concluir con un negro episodio de la historia de España de manera dialogada.

Todos los partidos, menos uno, así como la mayoría de la opinión pública (según datos de una reciente encuesta), están de acuerdo con el presidente: la violencia debe ser combatida, no con la violencia, sino con el diálogo, la legalidad y la democracia. El talante laico se impone al ojo por ojo judaico.

El Partido Popular, que utilizó al Ejército español para apoyar la invasión de Irak por parte de los Estados Unidos, se ha declarado en contra. ¿Razón? Que “al enemigo” no se le neutraliza con medios incruentos, sino que hay que suprimirlo, eliminarlo, exterminarlo. Ojo por ojo. Es la doctrina de Bush, de Aznar y de todos los tiranos del mundo.

Que Zapatero tenga o no éxito en su propósito nada quitará a la valentía y nobleza de su apuesta; no en vano, tratará con criminales y fanáticos. Pero lo que sí quedará claro y manifiesto es que la derecha sólo habla un idioma: el de la violencia, tanto cuando la recibe, como cuando la da.

Escrito por MUTANDIS a las 11:45 AM | Comentarios (0)

6 de Mayo 2005

CÉLULAS MADRE

Según una encuesta encargada por el Ministerio de Sanidad y que fue difundida ayer, el 46% de los españoles está a favor de la investigación con células madre y tan sólo un 4% en contra. Si la Iglesia Católica, que se jacta de contar con un 80% de españoles bajo su manto protector, condena dicha investigación, ¿en qué queda su influencia? En agua de borrajas, en ruido mediático, en furia e impotencia.

Por cierto, anuncio que estaré vigilante: el día que detecte a un católico (seglar o curial) beneficiarse de una terapia obtenida gracias a la investigación con células madre, pienso denigrarle públicamente. ¡Un poquito de coherencia, por favor!

Escrito por MUTANDIS a las 11:37 AM | Comentarios (0)

AMORDAZAR AL DISIDENTE

Aznar, el santo varón del Bien y la Guerra, se inventó una ley que, por primera vez en la historia de la democracia reciente, llevó a ilegalizar a un partido político que no comulgaba con su idea de España. Su plan: asfixiar las ideas disidentes, los programas políticos y las opciones de personas que tienen todo el derecho a defender su concepto del mundo, siempre y cuando lo hagan por cauces democráticos.

Ahora salta Rodríguez Ibarra (la ultraderecha de la izquierda, para entendernos) y amenaza con promover una reforma de la ley electoral para privar a Esquerra Republicana de representación parlamentaria.

Es lo que tienen los totalitarios de izquierdas y de derechas: que sólo saben amordazar a quienes no comparten sus formas de ver el mundo.

Escrito por MUTANDIS a las 11:33 AM | Comentarios (0)

UN DERECHA MEJOR

Cuando Felipe González cedió a la petición de Pujol de que las Comunidades gestionasen el 15% del IRPF, la ultraderecha del PP le saltó al cuello acusándole de saquear España. Luego, Aznar tuvo que pactar con "el enano que no hablaba castellano".. ¡y le cedió el 30%! Esa es la congruencia de la ultraderecha del PP: criticar a la oposición lo que ellos hacen cuando están en el poder. ¡Farsantes!

Por cierto: la propuesta de reforma de la financiación que formulan en Cataluña ya han dicho los presidentes de Valencia y Baleares (PP) que la quieren para ellos. Si fuera una reforma perniciosa para España, ¿cómo la iban a pedir políticos del PP? Pero, claro, no hay que olvidar que la derecha carece de principios, sólo tiene intereses electorales, económicos y materiales que le impiden ser ecuánime y discutir con serenidad.

España se merece una derecha mejor.

Escrito por MUTANDIS a las 11:29 AM | Comentarios (0)

EL VALOR DE LA PALABRA DE ABC

El diario ABC, conocido por su sensacionalismo de extrema derecha, está llevando a cabo estos días una campaña mediática de autobombo con el eslogan "El valor de la palabra". Yo, que en las últimas semanas me he tomado la molestia de leerme dicho periódico de cabo a rabo (suplemento católico incluido), sólo puedo esbozar una sonrisa al escucharles. Porque, para ABC, la palabra que cuenta es la palabra que hiere, que ofende a quien no piensa como ellos. En las páginas de este diario (¡por no hablar de las cartas de los lectores, de un faltón e indigno que ruboriza) sólo tienen cabida presuntas "informaciones" destinadas a menoscabar el bueno nombre de los gobernantes del partido contrario. Los titulares son engañosos. Las noticias, tendenciosas. Todo rezuma odio, desprecio, rencor, violencia. Si ese es el valor que le da la prensa ultra a la palabra, ¡mejor nos comunicamos por gestos!

Escrito por MUTANDIS a las 11:24 AM | Comentarios (0)

5 de Mayo 2005

¿PERSECUCIÓN RELIGIOSA?

La pura verdad es que, si la cosa se analiza despacio, es patente que en Europa nadie persigue a la Iglesia. Ni los textos legales vigentes hoy en la Unión Europea dan pie para eso. Ni la praxis de lo que hacen las autoridades civiles o la gente en general tampoco nos indica que en ningún país de la Unión se persiga a la Iglesia o a los católicos. Entonces, ¿qué es lo que está sucediendo? ¿Por qué las frecuentes quejas de clérigos y grupos de católicos integristas en el sentido de que son víctimas de un plan persecutorio premeditado por las autoridades laicistas, sobre todo en Francia, Italia y España?

Hay un hecho bien comprobado por la experiencia: en las últimas décadas, en todas las sociedades industriales avanzadas hay evidencias de un alejamiento a largo plazo de las normas culturales y religiosas tradicionales. Esta decadencia de las normas tradicionales está estrechamente ligada al cambio rápido y profundo de valores y creencias que se viene acentuando desde hace más de vente años (cf. R. Inglehart, Modernización y posmodernización. El cambio cultural, económico y político en 43 sociedades, Madrid, CIS, 2001, 54, ID., Human Values and Social Change: Findings from the Values Surveys, Netherlands, E. J. Brills, 2003). El cambio de valores y la decadencia de las normas sexuales y religiosas tradicionales se suelen producir al mismo tiempo , porque ambos fenómenos comparten una causa común: el nivel de seguridad existencial sin precedentes históricos alcanzado en las sociedades industriales avanzadas y en el llamado estado del bienestar (R. Inglehart, Modernización..., 55). Aquí es importante recordar que una de las funciones clave de la religión ha sido proporcionar un sentimiento de seguridad en un entorno inseguro. No sólo la inseguridad económica produce esta necesidad. El viejo dicho de que "no hay ateos en las trincheras" refleja el hecho de que el peligro psicológico también genera la necesidad de creer en un poder superior. Pero como no ha habido guerras, la prosperidad y el estado de bienestar han generado un sentimiento de seguridad sin precedentes concernientes a la supervivencia del individuo, todo esto ha producido la disminución de la necesidad de consuelo que tradicionalmente proporcionaban las creencias y las prácticas religiosas (O.c., 55).

Pues bien, estando así las cosas, se comprende que en la Iglesia haya personas y grupos que experimentan la penosa sensación de ser "tradición acorralada". De ahí, la inevitable revitalización de grupos funtamentalistas. Y es comprensible que, en una situación así, los dirigentes religiosos se apoyen en tales grupos y los protejan, ya que los mismos dirigentes se sienten apoyados por esos grupos. En tales condiciones, la sociedad se fractura religiosamente: por una parte, los que se aferran a la fidelidad a un pasado que ya no sirve para configurar a la sociedad actual; por otra parte, los que asumen el cambio de valores y creencias y, en consecuencia, no tienen inconveniente en aceptar a otros grupos de creyentes y adoptan una postura de respeto incondicional hacia otras creencias, otras tradiciones y otras normas.

Pero entonces es cuando se plantea el verdadero problema para el legislador. Porque quien tiene que legislar y gobernar en una sociedad así, tiene que ser legislador y gobernador de todos. Y de todos por igual. Y eso lleva consigo la penosa tarea de privar de sus privilegios a quienes han gozado de ellos quizá durante siglos. Lo cual no es perseguir a nadie, sino igualar a todos. Una cosa es quitar privilegios. Y otra cosa es perseguir. En la Unión Europea nadie persigue a las religiones. Lo que se pretende en los países de la Unión es igualar a todos los ciudadanos y evitar así las discriminaciones que desestabilizan la convivencia. Pero, como es lógico, los que se ven despojados de sus privilegios ancestrales, seguramente se sienten, por eso mismo, amenazados y quizá perseguidos. Esto es lo que está ocurriendo en este momento en los países de la Unión.

Por eso, se vuelve a replantear la pregunta del comienzo: ¿se dan hoy en la Unión Europea las condiciones básicas elementales para que, en esta sociedad cada día más plural, se pueda hacer realidad la igualdad, no sólo legal (que ésa ya existe), sino además la igualdad efectiva de todos los ciudadanos que convivimos en la Unión?

[*Fuente: http://perso.wanadoo.es/laicos/2005/996T-Castillo.htm*]

Escrito por MUTANDIS a las 12:29 PM | Comentarios (0)

SABROSO ANTICLERICALISMO

Quizá la tradición izquierdista que uno más añora en la España de hoy sea el viejo, cuerdo y sabroso anticlericalismo.

¿Cómo no sentir nostalgia de los feroces comecuras de antaño, al ver a los líderes progresistas actuales en respetuoso contubernio con los diversos especímenes de la raza frailuna y enarbolando ellos mismos maneras untuosas, paternalistas e hipocritonas en la mejor escuela teatral del clero?

El hombre de izquierdas español había sentido siempre una inmediata y franca animadversión por las sotanas, asi como por todo lo que tapan y propician; en esta repugnancia tan justificada se expresaba una memoria histórica que ninguna honrosa excepción personal puede borrar.

Para cualquiera con una visión mínimamente critica e ilustrada de la tragicomedia española, el anticlericalismo es una forma de higiene mental, una manifestación de cordura... y esto, sea cuales fueren sus relaciones íntimas con el secreto de lo sagrado.

Repasemos a este saludable respecto la obra de Larra, Clarín, Baroja, Valle Inclán, Pérez de Ayala, etc., de todo que ha habido de vivo, pujante y autónomo en este pais de libros en la hoguera y rodillas genuflexas.

No encontraremos otra institución tan nefasta como la Iglesia católica en la historia moderna de España; y si la encontramos, haremos bien en callar su nombre, pues quizá la reacción de la jurisprudencia pudiera ser desproporcionadamente punitiva.

Pero ese oscurantismo tenaz, capaz de aprender cualquier verdad subversiva de ayer para contrarrestar la libre indagación de hoy; ese odio a todo lo que independiza y esa afinidad apologética con todo lo que subyuga; ese oportunismo político descarado y siempre de signo conservador, hasta cuando cede en algo para desunirse de barcos que se hunden y en los que tanto había cómodamente viajado; esa sempiterna enemistad con el cuerpo y la claridad, esa complacencia en el cuchicheo y lo «sublime»; esa ambigüedad malsana en todas las tomas de postura liberadoras y esa nitidez dogmática en las voces de mando represivas... todo esto no es cosa del pasado siglo, ni de comienzos infaustos de éste, sino de ahora mismo, como siempre. Incluso diriamos que, ante el desarme conciliador y decadente de la izquierda, se crece hoy la perenne osadía clerical.

Supongo que buena parte de culpa la tienen los bienintencionados liberales que comenzaron a descubrir que hay curas «progres» frente a los carcas, que la homilía de tal obispo no ha estado mal y que no es lo mismo el Papa que Lefévre.

Frente a estas almas cándidas, en vano los anticlericales sosteníamos que el clero es «intrínsicamente perverso» —como gustaban de decir ellos de comunistas y demás ralea— y que bien está que uno sea amigo de tal o cual cura a titulo personal (si uno no pone perversos en su vida personal, ustedes me dirán para cuándo se los guarda), pero que en lo tocante a la lucha por la emancipación de los hombres y a la desaparición del poder heterónomo, no puede esperarse nada ni medio bueno de semejante grey.

Lo único que se logró con esta confraternización es que los curas renovasen su terminología y comenzasen a comerse a la izquierda por la izquierda misma. Sus recursos de hipocresía y mala fe son prácticamente inagotables, como cabía esperar tras la práctica doblemente milenaria que tienen en ellos. Así, por ejemplo, la defensa de su virtual monopolio de la enseñanza privada y de la protección exorbitante que ha gozado bajo una dictadura fascista que tuvo en ellos devotos aliados, se ha convertido hoy en «defensa de la libertad de enseñanza». Los que nos hemos educado en uno de esos fabulosos negocios en los que el adocenamiento intelectual, la rapacidad como meta y método y el conservadurismo a ultranza eran las únicas asignaturas obligatorias, no podemos escuchar sin repugnancia física la palabra libertad en boca de tan dignos educadores.

¡Libertad de enseñanza! Y propugnada por cofrades de todos los censores oscurantistas que en el mundo han sido, por los hermanos en la fe de los padres Ladrón de Guevara y Garmendia de Otaola —autores de una inolvidable guía bibliográfica-moral titulada «Lecturas buenas y malas», en la que se leían entradas tan sabrosas como ésta; «Galdós, Benito. Búsquese en «Pérez» cuan malo es este autor»—, por los execradores de la Ilustración (episodio tan repetido de la muerte de Voltaire), por quienes siempre han considerado el libre-pensamiento como un pecado a extirpar violentamente, salvo cuando la inferioridad de su posición les hace reclamarlo como un derecho a quienes, precisamente por no ser como ellos, no pueden negárselo sin contradicción.

Si condenan el aborto, será en nombre del «derecho a la vida». No está mal que descubran al fin tal derecho quienes llevan dos mil años bendiciendo ejércitos, predicando cruzadas, inaugurando cárceles, alentando persecuciones y ejecutando con el nombre de Cristo en los labios.

¿Pertenece acaso todo esto al pasado? Hace unos años, con motivo de las últimas ejecuciones capitales habidas en este país, Monseñor Guerra Campos proclamaba en una homilía que «no en vano la autoridad ciñe la espada, según nos dijo San Pablo»; hoy afirma, con la misma credibilidad, que el aborto es un crimen peor que el terrorismo. Y por supuesto no pretendo ni por un momento homologar el aborto con la pena de muerte: tal tipo de identificaciones, basadas en sofismas de parvulario y sentimentalismos que sólo se apiadan en representación del dolor pero nunca en eficacia, son típicas precisamente de la mentalidad clerical pegajosa y llena de doblez.

Cuando atacan el divorcio, lo hacen en nombre de la «Ley Natural» (contradictorio hipogrifo que esgrimen con risible impudicia todavía a estas alturas del curso) y en «defensa de la familia». Por lo visto, lo «natural» es el derecho canónico, el tribunal de la Rota, las anulaciones amañadas y los suntuosos diezmos en dinero, si, pero sobre todo en control sobre sus fieles; la familia se defiende por la continencia periódica, la «doble militancia» erótica del marido y la resignación multípara de la mujer, que para algo fue cómplice de la serpiente.

¡Y qué toda esta sarta de disparates pretenda no sólo determinar la vida de quienes tienen fe explícita en ellos, lo cual me parece muy bien, sino la de los millones de ciudadanos de este país que sólo son católicos por un fenómeno sociológico y una bostezante rutina, pero que están cada vez más dispuestos a regir su vida cotidiana por normas distintas, que, de hecho, ya valoran de forma distinta y que tienen perfecto derecho a no encontrar trabas legales o de otro tipo en su voluntad —ésta sí «natural»— de autodeterminación!

El Papa parece dispuesto a perdonar a Galileo; ahora sólo le queda resucitar a Giordano Bruno y a Vanini para volver a ocupar la primera plana de los periódicos. En una comunicación sobre el tema del aborto, el cardenal Tarancón, tras hablar de «la campaña perfectamente orquestada» para solicitar su despenalización (y de campañas perfectamente orquestadas los sotaniformes saben todo lo que hay que saber, pues organizarías es su oficio desde hace milenios), añade que «los no creyentes tienen que admitir que si todo está en mano de los hombres, no hay nada estable en el mundo». Y, ¿en mano de quién nos recomendaría el cardenal Tarancón que pusiéramos todo para que se instalase de forma deseable? ¿En las suyas quizá o en las de Wojtyla, como representantes del Dios en el que no creemos? Precisamente eso es lo que no deseamos, ni tampoco toleraremos fácilmente que se nos imponga. Los no creyentes creemos en algo, a saber: que el valor de la vida, de la libertad, de la dignidad y del goce de los hombres está en manos de éstos y de nadie más; que son los hombres quienes deben afrontar con lucidez y determinación su condición de soledad trágica, pues es precisamente esa inestabilidad la que da paso a la creación y a la libertad humanas; que los emisarios y administradores en este mundo de lo más alto, personifican en realidad lo más bajo para una conciencia critica e ilustrada; el fanatismo o la hipocresía, la heteronomia moral, la negación del cuerpo y la apología del Poder jerárquico en su raíz misma.

F. SAVATER, “Osadía clerical”, en Impertinencias y desafíos, Legasa Literaria, Madrid, pp. 90-92.

Escrito por MUTANDIS a las 12:26 PM | Comentarios (0)