30 de Noviembre 2004

ZP: EL ESPEJO DEL PUEBLO

Los meses de gobierno del PSOE avalan la hipótesis de trabajo que pongo sobre la mesa. Es la siguiente: José Luis Rodríguez Zapatero ha inaugurado un nuevo modelo de gobernante que podemos considerar, sin exagerar, prácticamente inédito en la historia de España.

¿Cuál es? Tomando las palabras de sus críticos de la derecha autoritaria: débil, sin criterio, sin programa, voluble, atado por sus pactos. Una forma de gobernar carente de prejuicios, de dogmas, abierta en todo momento a la negociación y al intercambio.

Ahora bien, ¿es esto malo? ¿Nos lleva Zapatero a la anarquía? Veámoslo.

Habituados a obedecer a un dictador (rey o caudillo: la misma sumisión), ciertos españoles han acabado por identificar al Presidente de un Gobierno democrático con un mandamás: una persona investida de un liderazgo más espiritual que político, un conductor de masas dotado de visión extraordinaria, de una misión. Este concepto mesiánico de la figura del Presidente del Gobierno (el cual no es otra cosa que el cabeza de lista de una agrupación electoral) lo sustentó José María Aznar y, en muchos sentidos, también Felipe González. Se trata de un modelo decimonónico del poder, más próximo a un führer carismático con aval en las urnas que al máximo servidor de la voluntad popular.

Porque esa es la función primera y última del Presidente de un Gobierno democrático: escuchar al Pueblo y gestionar sus demandas, de ningún modo forzarlo a que se pliegue a un plan previo e “iluminado”. Tal era la pretensión de Alfonso Guerra, cuando afirmó que a España no la iba a conocer ni su madre, o de José María Aznar, en su tozuda imposición de delirios personales (catequización de las conciencias, madrileñización cerril de la organización territorial del Estado, endurecimiento de la moral y las conductas).

ZP es otra cosa. Es un hombre en blanco. No en vano le tildan de cándido… ¡como si eso fuera un pecado! (Lo incomprensible es que tales reproches le vengan de las filas de quienes predican “la caridad”, “el amor por el prójimo” y otras lindezas tanto o más pueriles). ZP no ha llegado al poder para modelar a los súbditos a su imagen y semejanza: todo lo contrario, es él quien refleja al Pueblo, quien está a su entera disposición para cuanto le quieran formular. De ahí esa “accesibilidad” que sus interlocutores le reconocen: no tiene nada que oponer a las peticiones, si son legítimas y viables. ¿Por qué iba a negarse a llevar al ámbito legal una aspiración como el matrimonio homosexual, que beneficia a los contrayentes y no perjudica a nadie? Sus ideas personales no cuentan: él es un siervo del Pueblo, no el Pueblo un siervo suyo. Lo confirman sus palabras recogidas (con escándalo, por cierto) en el Wall Streen Journal: "no quiero ser un gran líder", o sea, yo no vengo a mangonear a nadie, sino a gestionar un programa político.

Por supuesto, esa no es la percepción de sus oponentes políticos. Para éstos, la política consiste en forjarse un mundo mental al que luego se ha de plegar el mundo real, no al revés. De ello se derivan la intransigencia, la chulería, el desplante. Están “iluminados”: tienen una misión salvífica, y quien se oponga a ella sólo puede ser considerado, simplemente, un enemigo o un botarate.

Todo esto no son meras palabras: se plasma en hechos. Por ejemplo, a la hora de acometer la reforma de la Constitución y de los Estatutos de las Comunidades Autónomas, ZP acude a la mesa de negociación sin un plan previo: quiere saber lo que desea cada cual, y luego él planteará en qué límites se puede y quiere mover. El PP, no: pretende pactar con el PSOE un marco previo e innegociable, de manera que las reivindicaciones de las agrupaciones nacionalistas se muevan en un terreno ya marcado. ¿Eso es negociar? No, a eso se le llama imponer, y que los demás pasen por el aro. Vulgarmente: un “trágala”.

ZP representa un modelo inédito de gobernante en la historia de un país que, de tanto ser oprimido, hasta ahora sólo pedía opresores. Él ha llevado a la política el pensamiento complejo, abierto a la diversidad de lo real, a la concurrencia de múltiplies opciones que han de ser debatidas y respetadas por igual, sin apriorismos ni dogmas de fe: con audacia, con ansias de servicio, con un corazón grande y una mente abierta.

Nos encontramos ante un reto único, ante una ocasión histórica de tomar, por fin, las riendas de un poder que es sólo nuestro y nos pertenece por derecho, lo gestione quien lo gestione ¿Responderemos como merece, con iniciativa y voluntad de diálogo? ¿O añoraremos a la figura del conducator, del pastor de rebaños?

Sólo el Pueblo, en su conjunto, tiene la respuesta. El interlocutor no puede ser más válido. ¿Lo seremos nosotros?

Escrito por MUTANDIS a las 2:10 PM

LA NOCHE DE SAN BARTOLOMÉ

La noche del 24 de agosto de 1572 –el día de san Bartolomé- era tormentosa. Después de un breve pero violento chaparrón atravesaban el cielo las nubes oscuras, dejando ver sólo de tarde en tarde alguna estrella o la luz de la luna. Hacia las tres de la madrugada empezaron a tañer las campanas de alarma. De todas partes salió la gente a la calle. Al parecer, los hombres habían estado esperando la señal, porque estaban totalmente vestidos, provistos de armas y comenzaron inmediatamente a reunirse en grupos.

Llevaban como distintivo lazos blancos en sus agudos sombreros de copa. En determinadas casas se habían pintado con tiza en la pared cruces blancas. En estas entraron violentamente los fanáticos provenientes del Louvre, apoyados activamente por la nobleza católica y sus criados, arrancaron de sus camas a los sorprendidos hugonotes y los degollaron, agarrotaron o mataron a tiros.

Las estrechas plazas y callejas estaban llenas de ruidos de muerte, gritos de auxilio y el estallido de los disparos. La hecatombe se extendió rápidamente. En un balcón del palacio del Louvre se veía a Carlos IX rodeado de sus amigos de Guisa disparando mosquete tras mosquete sobre los hugonotes que huían a la sombra del palacio real, como si todo fuera una cacería al ojeo. Enrique de Guisa, el duque de Aumale y el bastardo de Angulema habían ido con espadachines a la residencia del almirante Coligny, jefe de los hugonotes. Asesinaron a toda prisa a los parientes del anciano hombre de estado, lo sacaron a él de su lecho, herido dos días antes en un atentado, lo apuñalaron y lo arrojaron por la ventana. Igualmente murieron numerosos miembros de la alta nobleza protestante.

Toda esa hecatombe había sido puesta en escena por la reina Catalina. A la boda de Enrique de Navarra y Borbón con su hija Margarita de Valois habían venido a París muchos de los más notables hugonotes; ahora podía deshacerse de casi todos de un solo golpe. El único jefe hugonote que consiguió salvar la vida fue el recién casado Enrique (el después rey Enrique IV). Huyó al Louvre a la cama de su recién casada esposa (sería, por cierto, la única vez que fue a ella), donde estaba seguro ante los asesinos que merodeaban por el palacio.

Según estimaciones prudentes se masacraron en París, aquella noche, unos 3.000 hugonotes, y como la orgía de muerte pasó en las semanas siguientes a las provincias, unos 20.000 en todo el país.

Con esta masacre creían la real casa de Valois y la liga católica acaudillada por los loreneses duques de Guisa haber resuelto definitivamente la cuestión de los hugonotes. La reforma que se extendía por todo Occidente había llegado también, en su forma calvinista, a Francia. Como llegaba de las regiones suizas, se llamaba a los herejes “eidgenossen” (conjurados, como se llaman a sí mismos los suizos) o “hugonotes”. Los católicos se agruparon alrededor de jefes poderosos como Francisco o Enrique de Lorena-Guisa. La reina madre Catalina de Médicis los apoyaba plenamente. Cuando Francisco de Guisa asaltó el 1 de marzo de 1562 a los hugonotes reunidos para un servicio religioso en un granero de Vassy y los quemó conjuntamente con el granero estalló la primera de las ocho guerras hugonotes. Comenzó una época de terrores y crímenes formidables. Como que la unidad de Francia amenazaba romperse a causa de la cuestión religiosa se había organizado el matrimonio de Margarita y Enrique de Navarra. Debía ser un símbolo para la reconciliación, pero se convirtió, merced a la conjura, en el verdadero principio de los grandes asesinatos en masa.

La noche de San Bartolomé (o «bodas de sangre parisinas») provocaron las 4ª-8ª guerras hugonotes; porque todavía había numerosos nobles hugonotes en el país, en las ciudades y en las plazas fuertes, que ahora se alzaron con sed de venganza. Las campañas arrasaron amplias regiones de Francia. En 1574, cuando subió al trono Enrique III de Valois, dejando los asuntos de gobierno en manos de su madre Catalina de Médicis, en el otro bando se puso al frente de los hugonotes Enrique de Navarra-Borbón. Por temor de que la liga católica bajo el duque Enrique de Guisa pudiera arrancar el poder a la casa de Valois, enferma de sífilis y en vías de extinción, Enrique III hizo asesinar, en 1588 en el castillo de Blois, al de Guisa, aunque tuviera que huir después ante el Borbón victorioso y fuera apuñalado también, en 1589, por un monje fanático. Según la ley de sucesión sálica, el heredero de la corona francesa era entonces el hugonote Enrique IV. Este se mostraba lo suficientemente inteligente para comprender que un rey hugonote era inconcebible en la católica Francia. De modo que en el asedio de París pronunció la famosa frase de que "París bien valía una misa», se pasó al catolicismo y consiguió la paz, la corona y el poder. En favor de los hugonotes promulgó, sin embargo, en 1589 el famoso edicto de Nantes, que les concedía lugares de residencia fijos y libertad religiosa. Con ello, Francia volvió a recobrar un estado normal.

El país había superado la reforma cuando en el vecino imperio germánico todavía se enfrentaban, con enemistades a muerte, los partidos protestante y católico.

La tolerancia se mantuvo hasta los días de Luis XIV, quien por influencia de los jesuitas revocó en 1685 el edicto de Nantes e impulsó a los hugonotes a la emigración a Holanda, Suiza, Inglaterra y Brandenburgo. Allí se convirtieron en un componente valioso de sus nuevas patrias.

Extraído de: http://www.editorialbitacora.com/armagedon/hugonotes/hugonotes.htm

Así es como la Iglesia Católica cimentó su poder. No es extraño, pues, que se jacten (estadísticas en mano) de que medio mundo se declare católico: ¡cualquiera se les iba a oponer, en una época en que no existían ni blogs para oponerse, ni foros para quejarse, ni internet para respirar!

Escrito por MUTANDIS a las 1:43 PM | Comentarios (2)

EL FRAUDE DE LA DONACIÓN DE CONSTANTINO

LA DONACIÓN DE CONSTANTINO: TEXTO ÍNTEGRO

"...Junto con todos los magistrados, con el senado y los magnates y todo el pueblo sujeto a la gloria del Imperio de Roma, Nos hemos juzgado útil que, como san Pedro ha sido elegido vicario del Hijo de Dios en la tierra, así también los pontífices, que hacen las veces del mismo príncipe de los Apóstoles, reciban de parte nuestra y de nuestro Imperio un poder de gobierno mayor que el que posee la terrena clemencia de nuestra serenidad imperial, porque Nos deseamos que el mismo príncipe de los Apóstoles y sus vicarios nos sean seguros intercesores junto a Dios. Deseamos que la Santa Iglesia Romana sea honrada con veneración, como nuestra terrena potencia imperial, y que la sede santísima de san Pedro sea exaltada gloriosamente aún más que nuestro trono terreno, ya que Nos le damos poder, gloriosa majestad, autoridad y honor imperial. Y mandamos y decretamos que tenga la supremacía sobre las cuatro sedes eminentes de Alejandría, Antioquía, Jerusalén y Constantinopla y sobre todas las otras iglesias de Dios en toda la tierra, y que el Pontífice reinante sobre la misma y santísima Iglesia de Roma sea el más elevado en grado y primero de todos los sacerdotes de todo el mundo y decida todo lo que sea necesario al culto de Dios y a la firmeza de la fe cristiana...

...Hemos acordado a las iglesias de los santos Apóstoles Pedro y Pablo rentas de posesiones, para que siempre estén encendidas las luces y estén enriquecidas de formas varias; aparte, por nuestra benevolencia, con decreto de nuestra sagrada voluntad imperial hemos concedido tierras en Occidente y en Oriente, hacia el norte y hacia el sur, a saber en Judea, en Tracia, en Grecia, en Asia, en Africa y en Italia y en varias islas, con la condición de que sean gobernadas por nuestro santísimo padre el sumo pontífice Silvestre y de sus sucesores...

...Desde este momento concedemos a nuestro santo padre Silvestre, sumo pontífice y papa universal de Roma, y a todos los pontífices sucesores suyos, que hasta el fin del mundo reinen sobre la sede de san Pedro: nuestro palacio imperial de Letrán, la diadema, o sea nuestra corona, la tiara, el humeral que suelen llevar los emperadores, el manto purpúreo y la túnica escarlata y cualquier otra indumentaria imperial, la dignidad de caballeros imperiales, los cetros imperiales y todas las insignias y estandartes y los diversos ornamentos imperiales, y todas las prerrogativas de la excelencia imperial y la gloria de nuestro poder. Queremos que todos los reverendísimos sacerdotes que sirven a la misma santísima Iglesia Romana en sus diversos grados, tengan la distinción, potestad y preeminencia con las que se adorna gloriosamente nuestro ilustre Senado, es decir, que se conviertan en patricios y cónsules y sean investidos con todas las otras dignidades imperiales. Decretamos que el clero de la Santa Iglesia Romana se adorne como el ejército imperial. Y como la potencia imperial se circunda de oficiales, chambelanes, servidores y guardias de todo tipo, así también queremos que la Santa Romana Iglesia esté adornada con los mismos. Y para que resplandezca magníficamente el honor del Pontífice, decretamos asimismo lo siguiente: que el clero de la Santa Iglesia Romana adorne sus caballos con arreos y gualdrapas de lino blanco y así cabalgue. Y como nuestros senadores llevan calzados blancos de pelo de cabra, así los lleven también los sacerdotes, para que las cosas terrenas sean adornadas como las celestiales, para gloria de Dios. Además, a nuestro santísimo padre Silvestre y a sus sucesores les damos autoridad de ordenar a quien quiera que desee ser clérigo, o de agregarlo al número de los religiosos. Nadie actúe con arrogancia respecto a esto. También hemos decidido que él y sus sucesores lleven la diadema, o sea la corona de oro purísimo con gemas preciosas, que de nuestra cabeza le hemos concedido. Pero porque el mismo beatísimo Papa no quiso llevar una corona de oro sobre la corona del sacerdocio, que lleva a gloria de san Pedro, Nos con nuestras propias manos hemos puestos sobre su santa cabeza una tiara brillante de cándido esplendor, símbolo de la Resurrección del Señor y por reverencia a san Pedro le sostuvimos las riendas de su caballo, cumpliendo para él el oficio de caballerizo: establecemos que también todos sus sucesores lleven en procesión la tiara, con un honor único, como los emperadores. Y para que la dignidad pontificia no sea inferior, sino que tenga mayor gloria y potencia que la del Imperio terreno, Nos damos al mencionado santísimo pontífice nuestro Silvestre, papa universal, y dejamos y establecemos en su poder gracias a nuestro decreto imperial, como posesiones de derecho de la Santa Iglesia Romana, no solamente nuestro palacio, como ya se ha dicho, sino también la ciudad de Roma y todas las provincias, lugares y ciudades de Italia y del Occidente. Por ello, hemos considerado oportuno transferir nuestro imperio y el poder del reino hacia Oriente y fundar en la provincia de Bizancio, lugar óptimo, una ciudad con nuestro nombre, y establecer allí nuestro gobierno, puesto que no es justo que el emperador terrenal reine allí donde el Emperador celestial ha establecido el principado de los sacerdotes y la Cabeza de la religión cristiana. Decretamos que todas estas decisiones que hemos sancionado con un sagrado decreto imperial y con otros divinos decretos, permanezcan inviolables e íntegros hasta el fin del mundo. Por consiguiente, en presencia de Dios vivo que nos ordenó reinar, y delante de su juicio tremendo, decretamos solemnemente, con este acto imperial, que a ninguno de nuestros sucesores, magnates, magistrados, senadores y súbditos que ahora, o en el futuro estuvieren sujetos al imperio, sea lícito infringir esto o alterarlo de cualquier modo. Si alguno -cosa que no creemos- despreciase o violase esto, sea alcanzado por las mismas condenas y les sean adversos, tanto ahora como en la vida futura, Pedro y Pablo, príncipes de los Apóstoles, y con el diablo y con todos los impíos sean precipitados a quemarse en lo profundo del infierno.

Hemos puesto éste, nuestro decreto, con nuestra firma, sobre el venerable cuerpo de san Pedro, príncipe de los Apóstoles"

La Donación de Constantino es un documento falso, reconocido como tal por la historiografía, y que utilizó la jerarquía eclesiástica para conservar propiedades terrenales que había robado a sus legítimos propietarios.

Un documento esencial para conocer la auténtica calaña de la Iglesia Católica, y de cómo no dudó en utilizar todo tipo de tretas y falsedades para consagrar su poder mundano, se encuentra en esta página web, escrita por un católico:

http://www.rcadena.net/CONSTANTINO.htm

No hay como conocer la historia para saber quiénes mienten y quiénes fueron víctimas de la mentira.

La verdad nos ha hecho libres... pero sólo cuando hemos podido leer y acceder a las fuentes que las élites católicas mantenían ocultas.

Escrito por MUTANDIS a las 1:29 PM | Comentarios (1)

CREER EN LO INTANGIBLE

En los últimos tiempos, se viene escuchando, entre las filas de la izquierda, esta tesis: que la religión es un asunto privado e íntimo que no debe trascender al ámbito social. Creo que estas opiniones confunden sus deseos con la realidad.

¿Y cuál es la realidad? Pues que la religión, la religión católica para ser más claros, tiene como primera aspiración precisamente esa: la de trascender la realidad, la de "abrirse a lo que no se ve" pero que, según defienden, articula la vida entera. Eso y no otra cosa es la fe: emplazar a un afuera remoto lo evidente, negar los datos de los sentidos, remitir la consistencia toda de lo real a una instancia invisible, inodora e incolora (lo de insípida irá a gustos).

Para creer, hay que cerrar los ojos. Hay que hacer un esfuerzo y oponerse a las tentaciones de los ojos y de la piel. Eso es lo que siempre nos han dicho: el hombre que tiene fe debe hacer oídos sordos a la tangibilidad del mundo, el cual forma junto con el demonio y la carne la tríada fatal para todo cristiano.

Pues bien, ese ansia de trascendencia (que es la misma que llevó a la Iglesia católica a oponerse con todas sus piras a la tarea de los científicos, desde Galileo hasta Darwin) es la que guía la actuación diaria de los católicos: negar lo que se ve y postular lo intangible, negar los hechos y preferir las hipótesis... las cuales, si no se demuestran, se revelarán aún más "auténticas" a los ojos de su fe.

A esa fe (ciega y sorda, ¡aunque no muda!) es a la que apela José María Aznar, cuando dice "tener la convicción moral" de tal o cual conspiración indemostrable. Pues, para el buen cristiano, lo de menos es el mundo de los acontecimientos: su verdad está más lejos... tanto, que sólo ellos la ven.

Escrito por MUTANDIS a las 1:19 PM | Comentarios (0)

O AZNAR MIENTE, O AZNAR OCULTA

El ex-presidente del Gobierno dijo en la Comisión del 11-M que se han cometido ciertos delitos en este pais (colaboración con banda armada, el más leve), y que sus responsables no andan lejos.

O bien Aznar oculta quiénes son, y ampara con su silencio los delitos que supuestamente han cometido.

O bien Aznar miente, bien porque tales delitos no existen, bien porque sus responsables no son quienes él quisiera.

En cualquier caso, ayer, en la Comisión del 11-M, el ex-presidente apeló a cualquier cosa (insidia, bulo, infundio, difamación) menos a la verdad de los hechos.

Que no es otra que esta: el Pueblo español dio la mayoría al PSOE para que gobernara, y envió al PP a la oposición

Ni más, ni menos.

Escrito por MUTANDIS a las 12:58 PM | Comentarios (0)

28 de Noviembre 2004

LOS COMPLEJOS DE LA DERECHA

En el Congreso del PP madrileño (ese prodigio de unanimidad, claro, porque al disidente ya lo habían amordazado previamente), Esperanza Aguirre resumió, en apenas dos frases, toda una forma de ver el mundo, o mejor, de no verlo uno mismo y querer ocultárselo a los demás.

Más o menos, vino a decir esto: “somos un partido sin complejos; no tenemos que pedir perdón por no ser de izquierdas; es la nuestra una formación política de centro, moderada, reformista y dialogante”.

Así, a bote pronto, suena encantador. La declaración parece pergeñada por un publicista experto en vender pan blanco: todo rezuma tolerancia, contento por lo que se es, convicción respecto a lo que se quiere… En fin, primoroso.

Pero no. No somos nosotros, los receptores de este eslogan, esos cándidos teleespectadores ávidos de comulgar con ruedas de molino que semejante mensaje requeriría. Conocemos al emisor, sabemos de sus modos de hacer y de pensar, y esta píldora nos resulta intragable por mucho que pretendan dorárnosla.

Para empezar, a medida que uno va tratando de asimilar las palabras de la Aguirre, el oído ejerce de díscolo traductor. Entonces, suenan así: “somos un partido más chulo que un ocho; no tenemos que pedir perdón a nadie por ser de derechas; es la nuestra una formación carca, extremista, conservadora y dictatorial”.

A los hechos me remito: cuatro años de gobierno impositivo, diez meses de oposición bronca y aislada del resto del espectro político; un partido en el que sus militantes se lían a bofetadas y en el que sus dirigentes le escupen al adversario un día sí, otro también; una formación que no da la cara, sino que oculta sus auténticas convicciones tras una máscara de civilizada cortesía (aunque a Zaplana le traicione la sonrisa de sorna sempiterna).

¿Cuáles son las reales convicciones del PP? No el “humanismo cristiano” (hórrido eufemismo), sino el catolicismo franquista; no el “centro moderado”, sino la clásica derechona, la de toda la vida: soberbia, despectiva y salaz.

El PP sabe que los españoles lo sabemos. Entonces, ¿por qué dice lo que dice, cuando barrunta que no le vamos a creer? Fácil. El PP no hace sus declaraciones “urbi et orbe”, no aspira a la verdad, sino que está vendiendo un producto, y sale a la caza de su “target” ideal.

¿Cuál es? No, por cierto, esa amplia porción del electorado que ya sabe de qué pie cojea la derecha española (he dicho derecha), sino una bolsa más o menos creciente de indocumentados y advenedizos, un magma indeciso de votos que carecen de formación e información, y a los que el PP cree que puede engañar con cuatro palabras-comodín y tres ideas-muletilla.

Ese electorado blanco (y blando) es el que dicen los politólogos que decanta la balanza de las elecciones. Se supone que dicho espectro sordomudo de votantes es voluble, cambiante y tornadizo, y que se deja seducir por cebos más o menos primarios: el patriotismo, la seguridad, el bolsillo…

A ese público ideal se dirigiría Esperanza Aguirre diciendo lo que dijo en el Congreso del PP madrileño. Poniendo buena cara, sonriendo con los labios apretados (para que no se le vean las mellas que afean su dentadura: la crucifixión política de Gallardón, la guerra de Irak, la religión obligatoria, el liberalismo salvaje y antisocial, el 11-M, el Yak 42, el franquismo inveterado), la Aguirre actuaba como una agente comercial de Rajoy, el señor del dedo extendido (1).

En España, el único partido de centro moderado que hay es el PSOE. Si fuera verdad (que no lo es) que el PP no tiene complejos, reivindicaría su auténtica estirpe: la de ser de derechas, la de haber sido fundado por un ex-ministro de Franco, la de darle la espaldas a Europa e Iberomérica para postrernarse ante Bush, la de actuar como brazo político de la Iglesia más atrasada del planeta.

El PP pretende que la Conferencia Episcopal le proporcione los votos ultra, mientras la Aguirre (que se negó, por miedo, a medirse electoralmente ante Gallardón por miedo a ser derrotada) ejerce de encantadora de serpientes y trata de capturar los votos de la moderación. Pero se equivoca de medio a medio. No existe tal reserva de votos moderados “libres”, y no existe porque ya votan al única partido moderado que hay en España: el PSOE. Huyendo, por cierto, del radicalismo ultracatólico y reaccionario de la derecha popular. Sí, leyeron bien: escribí DERECHA.


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(1) Rajoy, el de las mentiras. Ese mismo día, en Barcelona, acusaba al PSOE de haber “cambiado unilateralmente” las reglas de nombramiento de los vocales del CGPJ, cuando lo cierto es que en dicha reforma está conforme el Parlamento en pleno… excepto el propio PP, claro. ¿Cree Rajoy que somos idiotas? ¿O le gustaría que no leyéramos los periódicos, y su palabra fuese nuestra única fuente de información? Este señor menosprecia al Pueblo español y a su capacidad de conocer los hechos tal y como son.

Escrito por MUTANDIS a las 1:30 PM | Comentarios (1)

FRANCO Y LA IGLESIA CATÓLICA

Cuando murió el «invicto Caudillo» el 20 de noviembre de 1975, la Iglesia católica española se parecía mucho menos a lo que aquí he denominado la Iglesia de la cruzada, de Franco y de la venganza. El legado que le quedaba de esa época dorada de privilegios era, no obstante, impresionante en la educación, en los aparatos de propaganda y en los medios de comunicación. Controlaba todavía un 25 por ciento de las escuelas, poseía su propia agencia de noticias y una extensa red de emisoras de radio, estaba en su poder una cuarta parte de las publicaciones y se editaban ocho diarios católicos. «Ningún gobernante, en ninguna época de nuestra historia», le decía Carrero Blanco a Franco en diciembre de 1972, «ha hecho más por la Iglesia católica que Vuestra Excelencia y ello (...) sin otra mira que el mejor servicio de Dios y de la Patria, al que habéis consagrado vuestra vida con ejemplar entrega».

Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo Franco Bahamonde murió bendecido por la Iglesia, sacralizado, rodeado de una aureola heroico-mesiánica que le equiparaba a los santos más grandes de la historia. El panegírico empezó en la cruzada, arreció con fuerza en la posguerra y continuó hasta después de su muerte. Papas, nuncios apostólicos, obispos, curas, frailes, monjas y católicos de toda condición y sexo le rindieron pleitesía. Era el «enviado de Dios hecho Caudillo», «el sol», «el hijo todopoderoso», «el niño Jesús en el portal de Belén», y por saber, palabras de José María Pemán, sabía incluso «marchar bajo palio con paso marcial y exacto». Canonistas, benedictinos, dominicos y otros eclesiásticos pidieron después de su muerte «la instrucción de la Causa de Canonización de Francisco Franco».

José María García Lahiguera, arzobispo de Valencia en 1975, había dirigido los ejercicios espirituales a Franco y a su esposa en 1949 y 1953, un honor que también tuvieron el beato José María Escrivá de Balaguer y Aniceto Castro Albarrán, aquel canónigo de Salamanca que ya en 1934 publicara El derecho a la rebeldía. García Lahiguera en la homilía del funeral celebrado por Franco en Valencia resumió sus tres principales virtudes: «ser hombre de fe; entregado a obras de caridad, en favor de todos, pues a todos amaba; hombre de humildad».

Hombre de fe, de caridad y de humildad. Así era Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios», según la inscripción que llevaban todas las monedas acuñadas desde 1946. La historia de nuestra nación está inseparablemente unida a a historia de la Iglesia católica, sus glorias son nuestras glorias y sus enemigos nuestros enemigos», declaró Franco en la ceremonia religiosa que inauguró el Congreso Internacional Eucarístico en Barcelona, el domingo 1 de junio de 1952, ante miles de fieles y bajo la presidencia del cardenal Federico Tedeschini.

La Iglesia y el Caudillo caminaron asidos de la mano durante cuatro décadas. Franco necesitó el apoyo y la bendición de la Iglesia católica para llevar a buen término una guerra de exterminio y pasar por enviado de Dios. La Iglesia ganó con esa guerra una paz «duradera y consoladora», plena de felicidad, satisfacciones y privilegios. La religión sirvió a Franco de refugio de su tiranía y crueldad. La Iglesia le dio la máscara perfecta. Tan perfecta que todavía hoy se discute qué es lo que había detrás de ella: un santo o un criminal de guerra.


J. CASANOVA, La Iglesia de Franco. Temas de Hoy, Madrid, 2001, pp. 291-293

Escrito por MUTANDIS a las 1:29 PM | Comentarios (2)

EL PP Y EL AMOR A LA VIOLENCIA

En apenas dos días, se han producido sendos hechos que, lejos de ser anecdóticos, me parece que plasman a la perfección la esencia de un partido, el PP, y de una ideología, la derecha española. Ambos vienen a demostrar que este partido y esta ideología cultivan el amor a la violencia como seña de identidad, conceptual y material. Y aquí voy a utilizar la palabra ·violencia” en su sentido más puro: el de “intento de supresión del otro”, con lo que cual podemos contemplar tanto la violencia física como la violencia verbal.

Aludo, en primer lugar, a la eliminación en las Actas del reciente Congreso del PP, del texto del discurso que Alberto Ruiz-Gallardón pronunció en el mismo a guisa de apertura. En él, como se recordará, el alcalde de Madrid acometía cierta autocrítica sobre la conducta que el partido había mostrado en los últimos tiempos. Pues bien, con este escamoteo se consuma el asesinato simbólico de, tal vez, la voz más lúcida y honesta de la derecha española. Silenciando a la única persona que tuvo la valentía de asumir en público los errores de su formación política, el PP certifica que NO HAY LUGAR para la discrepancia en su seno, ni siquiera en los términos tan leales y constructivos como los que utilizó el señor Gallardón. La violencia, en este caso, me parece evidente: se trata de vulnerar el derecho de un individuo relevante, ya no a opinar, sino a que su opinión permanezca y pueda suscitar reflexiones y debates en el futuro. Por poner una imagen gráfica, este hecho equivale a quemar el libro de un disidente. Claro que Gallardón ya era un difunto político, desde que renunció a presentarse como alternativa a Esperanza Aguirre para la presidente del PP madrileño.

Me refiero, por otro lado, a la reyerta tabernaria que han protagonizado los militantes del PP valenciano, en la cual se insultaron y golpearon partidarios de dos facciones enfrentadas por un quítame allá un compromisario. En este caso, ha venido a confirmarse una hipótesis que temen desde hace cierto tiempo los españoles, y que ha hecho su abrupta aparición con este suceso: que los militantes del PP (desde el militante de base hasta su Presidente de Honor, por no hablar de su Presidente Nacional) ODIAN EL DIÁLOGO. Que puedas levantarle la mano a tu propio compañero de partido, con el que (hay que suponer) te unen lazos ideológicos e incluso afectivos, no es asunto en absoluto baladí. Desenmascara todo un estilo de hacer política (o combatirla): bronco, zafio y vulgar hasta decir basta.

No es esta una afirmación hecha en el vacío. En los últimos meses, el Partido Popular no ha perdido la oportunidad de carizaturizar el “talante” de ZP, al que oponen la “determinación” y la “firmeza” que, suponemos, son las mismas que espolean a sus militantes a liarse a tortazos. El Partido Popular es el epítome del monólogo: se ríe de los encuentros nacionales e internacionales que el PSOE promueve, demoniza cualquier negociación política que emprenda este partido, se niega a aceptar incluso la existencia legal de la izquierda abertzale, amenazó con la cárcel a quien convocara un referendo popular… En suma, el Partido Popular denosta a todos aquellos que no opinan como él. Y es que el PP ABORRECE LA DIFERENCIA. Su sueño dorado es la uniformidad total: una sola Patria, una sola Religión y una única Ideología. La suya, claro.

Esta incapacidad para dialogar (que ya debemos suponer congénita) le viene de lejos a la derecha española. No en vano, sus mitos fundacionales son todos violentos: desde la Reconquista hasta el golpe de Estado que dio pie a la Guerra Civil, pasando por la invasión de Irak y la estrategia de combatir el terrorismo, todos y cada uno de los referentes en los que se sustenta la ideología del PP se basa en la FUERZA, es decir: en la IMPOSICIÓN de las propias ideas por medio de la violencia. Cruzados y falangistas, torquemadas todos, las filas de la derecha está trufada de espadas, pistolas y la larga sombra de las hogueras inquisitoriales.

Que los propios miembros del Partido Popular traten de dirimir sus diferencias a base de puñetazos no hace sino avalar esta idea: que la derecha española cultiva un amor connatural por la violencia. Así las cosas, no es extraño que se sienta a disgusto en un sistema político democrático (al cual no ha tenido más remedio que plegarse, a despecho de sus pulsiones más íntimas): la única estructura social en la que los populares podrían hallar satisfacción es aquella de la que, históricamente, ha surgido: la Dictadura de Uno Solo, en perjuicio de todos los demás.

Escrito por MUTANDIS a las 1:24 PM | Comentarios (2)

26 de Noviembre 2004

¿CATÓLICOS O DEMÓCRATAS?

La Confederación Episcopal, una entidad no representativa porque NO es elegida por los propios católicos (1), ha decidido batallar “en la calle” lo que no es capaz de ganar donde ganan los demócratas: en las urnas. A imitación de los movimientos populares que, en los últimos meses del gobierno del PP, se echaron al monte para decir NO A LA GUERRA, creen que “saliendo del armario y haciendo oír su voz” podrán revertir una situación que se les está poniendo muy fea. Lo que pasa es que el NO A LA GUERRA llevó al PSOE al gobierno de España y las movilizaciones de los católicos sólo pueden llevar al PP a un callejón sin salida. Trataré de argumentarlo.

El PP y la representación de los católicos

El PP se define como un partido inspirado en los “valores” del humanismo cristiano. Dejando a un lado que esto último es un oxímoron (pues, o se cree en el hombre con fundamento último de la verdad, o se cree en Dios para la misma función), la pregunta es: ¿por qué los católicos han de “hacerse oír” en las calles, e imprimir folletos y clamar a los cuatro vientos como unos vulgares marxistas-leninistas? ¿Acaso el PP no les “representa” bien? ¿No gestiona sus reivindicaciones en los foros habilitados a tal efecto: el Congreso y el Senado? ¿O es que el PP prefiere hacer pasar por “revuelta popular” lo que él mismo no quiere asumir como bandera, por la evidente sangría de votos que le supondría? Pues los españoles serán muy católicos en las partidas de bautismo, pero en las urnas son de izquierdas y progresistas. Sumen votos, sumen.

Católico y demócrata no son términos compatibles

Por un lado, la doctrina católica defiende que la Verdad viene de lo alto, que Dios es el único Ser y que los hombres somos indefensas criaturas en sus manos. No me parece mal, es una visión poética del mundo y consuela bastante, eso de pensar que nuestro destino depende de Otro.

Ahora bien, la democracia nace justo para refutar este aserto: pone en nuestras manos el protagonismo de los valores, las acciones y el sentido último del mundo. Eso es el humanismo: “el hombre como medida de todas las cosas”. Vox populi, vox Dei: lo que emana de las urnas es lo único sagrado, pues el poder es inmanente (de abajo a arriba) y no trascendente (de arriba a abajo).

Así las cosas, que los católicos sostuvieran la dictadura franquista es perfectamente congruente con una visión jerárquica y autoritaria del mundo, no con una democracia humanista. O se besa la cruz, o se besa la urna: no puede servirse a ambos amos a la vez pues, como dice el refrán, casa con dos puertas…

Ahora bien, cuando las “masas católicas” deciden impugnar el resultado de las urnas (al no asumir su derrota electoral) y llevan a la calle su “batalla”, están decantándose por la cruz en detrimento de la urna. No admiten que la verdad de los hombres (pues eso es la política, y no otra cosa) la gestionan sus representantes libremente elegidos, y no los ensotanados en nombre de un gobernante extranjero (pues eso es el Papa, y no otra cosa). Se colocan voluntariamente al margen de la democracia y apelan, directamente, a un sistema que no es el actualmente vigente en España. ¿Me explico?

¿Por qué el catolicismo no gana las elecciones?

Si los católicos fuesen demócratas, defenderían sus valores en las urnas. Como no lo son, los defienden en los púlpitos. El Partido Popular, que dice postular valores católicos pero que ni es capaz de ganar las elecciones defendiéndolos, ni es capaz de representar convincentemente a su rebaño electoral (pues, de lo contrario, no tendría que “echarse a la calle”), afronta un auténtico nudo gordiano: si lo aprieta, perderá votos porque muchos de sus electores no están dispuestos a alinearse con los ensotanados; si lo afloja, perderá credibilidad, como católico y como demócrata, porque no sólo no vence en las urnas con un credo inspirado en el catolicismo, sino que ni siquiera convence a sus propios correligionarios.

El catolicismo no gana las elecciones porque sus “representantes” no los elige el Pueblo soberano, sino el Papa de Roma. Y el Partido Popular no gana las elecciones porque su masa de votantes no está compuesta exclusivamente de católicos, sino de personas de muy distinta índole y pensamiento. El día en que el PP se decante abierta y excluyentemente por la defensa de los valores católicos, habrá renunciado a representar a los españoles para convertirse en vicario de los apostólicos y romanos. Esa es la evidencia que le paraliza en el asunto del que tratamos y que, tarde o temprano, acabará pasándole factura. Por eso no asume el PP el protagonismo en la lucha por los valores católicos y se lo pasa a los curas. ¡Tremenda claudicación! Implica ocultar lo que dice que son sus señas de identidad, e implica erigir a los siervos del Vaticano en representantes (ilegítimos) de una opinión popular. La conclusión subyacente a todo este embrollo es la siguiente: ni los católicos creen en la democracia, ni el Partido Popular cree realmente en los valores católicos.


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(1) Algún día alguien tendrá que preguntar por qué los partidos, sindicatos o asociaciones populares deben regirse por principios democráticos para ser reconocidos legalmente, y la Iglesia Católica no. ¿Es eso discriminación positiva? Mientras los católicos no elijan a sacerdotes, obispos y arzobispos, seguirá fuera de la legalidad democrática, es decir: en la Edad Media de la que nunca ha acabado de salir.

Escrito por MUTANDIS a las 8:03 PM | Comentarios (0)

VATICANO = DICTADURA PURA

Año 2004. En toda Europa triunfa la democracia (elecciones libres, derechos humanos, igualdad entre todas las personas).

¿En toda? ¡No! Una aldea resiste, inexpugnable, anclada en la Edad Media. En este fortín de la dictadura, manda un único ser, y siempre Hombre.

En esta reserva espiritual del totalitarismo, no se celebran elecciones directas. El pueblo no está representado: se limita a obedecer a su Amo, el cual, según sus propias palabras, recibe instrucciones directas de Alguien con quien sólo él tiene comunicación directa (creo que le llaman teléfono rojo).

En este enclave bárbaro no se reconocen los derechos humanos: los hombres tienen todos los privilegios y las mujeres, sólo una obligación: parir hijos bajo la protección de un hombre.

En este reducto del autoritarismo más rancio, la igualdad entre las personas no existe: la aldea está estructurada según una pirámide jerárquica, eso sí, perfectamente tradicional. Es más: son legión las civilizaciones que se han regido por el mismo modelo político (egipcios, mesopotámicos, chinos de la China, indios de la India, vándalos, visigodos…)

En este grano en plena cara de Europa, el gobierno patriarcal intenta aplicar textos escritos, no por los europeos, sino por unas tribus del desierto asiático hace tres mil años (las más antiguas, todavía en vigor).

Este quiste de salvajismo antediluviano, a pesar de sobrevivir impermeable a cualquier cambio, no se resigna a permanecer absorto en su esclerótica identidad: además, pretende gobernar a los países del orbe entero. Sin embargo, como carece de ejército, debe recurrir a las más subrepticias artes de influencia y control: las que se ejercen sobre las “almas” de sus súbditos, los cuales (¡oh desgarro!¡oh paradoja!) sirven a dos señores: el de la aldea primitiva y el de su país de residencia.

De todos modos, la estrategia expansiva de este fuero fantasmal no se ejerce por medio del Espíritu Santo, los ángeles y arcángeles o los Santos y Beatos, no: la ejecutan unos caballeros uniformados y perfectamente reconocibles que visten de negro y no conocen el trato carnal con la mujer. Son unos seres siniestros, que obedecen a un tirano extranjero pero que, en cada país, dicen defender las esencias nacionales. Practican una diplomacia muy poco sutil, y cada domingo suben unas escaleritas para adoctrinar desde una plataforma semielevada a unos individuos que, cuando salgan por la puerta, se llenarán la boca con la palabra democracia y reivindicarán su derecho (muy humano), no sólo de alienarse en nombre de Alguien, sino de sojuzgar a los demás por la misma razón.

Lo más curioso es que los seguidores de esta secta destructiva cargan con saña y violencia contra un tiranuelo de una isla caribeña, mientras ellos mismos se esmeran en mantener en el poder a un viejo machista, dictador, loco, eunuco, baboso y reprimido.

Lo más sorprendente es que, entre los adalides de este grupo salvaje, se incluyen cientos de miles de mujeres que no dudan en sostener un sistema ideológico-conceptual que las somete a una inferioridad social, económica y política más propia de sociedades agrícolas y premodernas que de la muy moderna y avanzada Europa del siglo XXI.

Lo más escandaloso es que, mientras en Europa nos jactamos de regirnos por leyes negociadas entre todos y aplicamos escrupulosamente los derechos humanos (incluso el derecho a someterse al imperio espiritual de un dictador extranjero), los fanáticos de esta fe bárbara llamada Catolicismo siguen intentando derrocar esa misma democracia que les ampara y da de comer, para devolvernos a la caverna del machismo y el autoritarismo medieval.

A eso, a eso sí que le llamo yo TOLERANCIA. Por mucho menos, en Argelia dieron un golpe de estado tras la victoria en las urnas del FIS.

Escrito por MUTANDIS a las 7:58 PM | Comentarios (0)

AZNAR, EL TERRORISMO Y LA DOBLE MORAL

En España asumimos que, contra ETA, sólo cabe la aplicación estricta de la ley (claro que ésta también puede cambiar, y de hecho, cambia). Por eso nos repugnó y nos repugna el GAL, y no queremos ni oír hablar de indultos a ciertos dirigentes contraterroristas: a quien se coloca fuera de la legalidad, hay que aplicarle la legalidad y nada más.

Pero ahora resulta que no. Que Aznar dice que contra el terrorismo vale todo, y sobre todo, la guerra preventiva, el asesinato selectivo y rematar a los moribundos (que, a lo peor, hasta ya estaban muertos). Dice que hay que buscar lo que nos une a EEUU y no lo que nos separa.

¿Os imagináis que a Vera y Barrionuevo, por no hablar de Míster X, les hubiera dado por decir: señores, el enemigo común es ETA, déjense de mariconadas y vamos a exterminarlos (que es lo que, en realidad, YA ha dicho Aznar y, se supone, el PP con él, puesto que es su Presidente de Honor)?

No, claro. Nos habría entrado la risa. A los del PP, porque les habría dejado sin un argumento con el que tumbar al PSOE de Felipe (al cual, me consta, muchos votantes socialistas le negaron la papeleta por eso, y no por la corrupción, la OTAN o los 800.000 puestos de trabajo), y a la izquierda, porque repugna a nuestra moral y a nuestros valores saltarse las normas que nosotros mismos nos hemos dado.

Pero habla Aznar, dice que a los terroristas, bombazo y tentetieso, y se queda tan pancho. Pues no: es una barbaridad, es una ilegalidad, es un crimen y es abominable. Y vamos a recordárselo a los populares cada día, si es necesario. Para que no se olvide de qué lado están los amigos de ese EEUU-que-no-es-un-monstruo-pero-se-le-parece-mucho.

Esa, esa es la doble moral a la que están tan acostumbrados, Y luego les sale por donde les sale.

Escrito por MUTANDIS a las 7:54 PM | Comentarios (0)

EXPERTOS ESTADOUNIDENSES RECONOCEN QUE BUSH SE EQUIVOCA

El Gobierno de EEUU debería modificar con urgencia sus enfoques y métodos sobre el mundo musulmán porque después de las invasiones de Irak y Afganistán se ha creado un sentimiento antiamericano que ha reforzado a los islamistas más radicales, según un informe del Consejo Científico de la Defensa que asesora al Pentágono. El informe pide una "comunicación estratégica" que "entienda actitudes y culturas y respete la importancia de las ideas" y contrarreste la mala imagen de EEUU en el mundo.

"La diplomacia pública [sic] de EEUU está en crisis por ausencia de liderazgo fuerte, de dirección estratégica, de coordinación adecuada y de recursos suficientes"

"Ante los ojos de los musulmanes, la ocupación de Irak y Afganistán no lleva a la democracia, sino a más caos y sufrimiento. Las acciones de EEUU se contemplan como encaminadas para servir mejor a sus intereses"

"Los musulmanes son hostiles a EEUU porque odian nuestras políticas, no nuestras libertades"

"Las políticas de EEUU en el conflicto israelopalestino y en Irak han dañado nuestra credibilidad y nuestro poder de persuasión"

"Esto debería hacernos reflexionar"

(EL PAÍS, 26.11.2004)

Algo queda claro. Los estadounidenses no son idiotas. Saben lo que pasa. Por lo tanto: la culpa de los errores estadounidenses en materia de política exterior no es de los que piensan, sino de los que actúan sin pensar. O sea: de quien toma las decisiones. O sea: de Bush.

Escrito por MUTANDIS a las 7:39 PM | Comentarios (0)

EL ESTILO RAJOY

He comprobado (mirando, leyendo, escuchando: vamos, como todo hijo de vecino) que el señor Rajoy, y los que le rodean, tienen una curiosa forma de comprender la comunicación humana. Así:

a) si te pones de acuerdo con el adversario, es que estás cediendo a su chantaje

b) si conversas con tu enemigo, es que te está sodomizando

c) si tiendes la mano, eres un débil

d) si en tu partido hay voces discrepantes, careces de la solidez y el liderazgo que, supongo yo, caracteriza a su "conducator"... ¡él sí que los pone a todos firmes!

e) si abres tu pensamiento a los argumentos discrepantes, eres un débil mental o, peor, un peligroso subversor

f) ...

¿Alguien puede explicarme si estos "tics" inequívocamente autoritarios tienen algo que ver con la educación (la mala educación, que dirá nuestro Almodóvar) que recibieron los LÍDERES del Partido Popular?

Escrito por MUTANDIS a las 12:46 PM | Comentarios (0)

LAS RAÍCES CRISTIANAS DE EUROPA

El Partido Popular defendió (sin éxito) que fuera incluida en la futura Constitución Europea una mención explícita a las raíces cristianas de la Unión. Yo apoyé dicha mención, y me basaba en los siguientes hechos:

Las raíces cristianas de Europa se pusieron de manifiesto ya en las Cruzadas, cuando los distintos reyes medievales aunaron sus fuerzas para combatir al moro y expulsarle de los Sitios Santos.

Las raíces cristianas de Europa quedaron consolidadas en pleno Renacimiento, momento en que la Santa Madre Iglesia alimentó las hogueras de la Fe con miles de herejes, brujas y gente de mala ralea.

Las raíces cristianas de Europa no pueden discutirse en los siglos XVII y XVIII, época de magníficos absolutismos en que los Reyes lo eran “por la gracia de Dios”.

Las raíces cristianas de Europa se extendieron en el siglo XIX, de la mano del colonialismo que llevó la Biblia y la Civilización a tierras ignorantes y zafias como África y amplias regiones de Oceanía.

Las raíces cristianas de Europa quedaron a la vista en las dos Guerras Mundiales, cuando los Papas miraban para otro lado (bueno, algunos para un único lado: el lado malo) mientras sus fieles se arrancaban la piel a tiras.

Las raíces cristianas de Europa siguen vigentes en el mantenimiento de los curas y sacerdotes a cargo de las arcas laicas de los Estados contemporáneos.

Donde no se ven por ningún lado las raíces cristianas de Europa es en el advenimiento de la Democracia, porque fue inventada hace un tiempecito por los griegos (un pueblo, ¡horror de los horrores!, politeísta).

No tienen mucho que ver con las raíces cristianas de Europa las bases de nuestro Derecho, las cuales, como es notorio, se remontan a la Roma antigua (otro atajo de adoradores de imágenes).

Tampoco pueden detectarse las raíces cristianas de Europa en el auge medieval de la ciencia y la medicina, promovida por los sabios de Al-Andalus mientras en los Reinos Cristianos seguían recurriendo a conjuros y ungüentos milagrosos para combatir un simple catarro.

Nada debe a las raíces cristianas de Europa el Humanismo renacentista, cuyo avatar pasó por las manos más variopintas menos (se lo puedo asegurar) la de clérigos y abates, consagrados a la pía lectura de salmos, Evangelios y hagiografías.

Las raíces cristianas de Europa poco influyeron (todo lo contrario) en los postulados de la Ilustración, cuna de la Revolución Francesa y, por ende, de la sociedad tal como la conocemos en la actualidad.

Nadie se acordó de las raíces cristianas de Europa en los viajes de Darwin, ni en sus investigaciones ni, por supuesto, en sus demoledoras conclusiones: el hombre fue hecho a imagen y semejanza del mono.

Las raíces cristianas de Europa quedaron, al parecer, en suspenso, cuando los cristianos de Europa se arrancaron la piel a tiras en las dos Guerras Mundiales. Eso sí, mientras tanto, en España el Caudillo desenterraba las raíces cristianas de España con su Sagrada Cruzada Restauradora.

Las raíces cristianas de Europa no influyeron en el reconocimiento de las libertades civiles de los homosexuales.

Las raíces cristianas de Europa tuvieron que ser obliteradas para reconocer el divorcio, la pareja de hecho, los métodos anticonceptivos, los derechos de la mujer, la multiculturaliad, el laicismo estatal…


Las raíces cristianas de Europa han tenido mucho que ver en lo peor que tiene Europa, y muy poco en lo mejor. Sólo el amor, el amoooooor infinito que sentimos los unos por los otros cuando, en las noches frías, nos apretujamos en un jergón.

Escrito por MUTANDIS a las 12:41 PM | Comentarios (1)

23 de Noviembre 2004

LA DERECHA PIERDE EL TREN

Ya llevamos unos meses de la victoria socialista en las elecciones, y a la luz de las acciones y declaraciones que ha venido sosteniendo el Partido Popular en este tiempo, uno puede permitirse aventurar algunos juicios.

1) El PP no ha asumido su derrota en las urnas.

Cualquier partido que no alcanza sus metas electorales tiene dos opciones: apuntar contra los factores exógenos (siempre los hay, ¡faltaría más!) que le llevaron a la derrota, o reflexionar sobre los factores endógenos (que son los que uno mismo puede modificar) para tratar de conseguir sus objetivos en el futuro.

A día de hoy, y contra toda sensatez, el PP sigue apostando por la primera opción. Su salida del poder no ha abierto una reflexión sobre las causas que la provocaron: se ha convertido en un trauma que revive una y otra vez, con la esperanza (quizá) de llegar a las próximas elecciones con la herida abierta y sangrante. Tal vez entonces se produzca el milagro de que un clavo saque otro clavo, y todo lo que está ocurriendo se revele como un mal sueño, como una equivocación.

Pero no es así. El PSOE está gobernando. El PP está en la oposición. Y, en esta tarea que le toca asumir en la presente legislatura, está fracasando de un modo estrepitoso.

b) El PP no ha asumido su papel de oposición.

Comoquiera que el PP no admite los hechos (que perdió las elecciones y no ha podido llevar adelante su vasta empresa de “contrarreforma de España”), mal puede desempeñar el papel de oposición. Hacer oposición no significa, o no sólo, denigrar cuantas iniciativas promueva el partido en el poder: implica pulsar las necesidades reales del ciudadano, en ocasiones anticiparse a los acontecimientos, tender vías al resto de agrupaciones para poder plantearle alternativas al Gobierno...

Nada de esto ha hecho el PP. Desde el primer día, su estrategia ha pasado por la descalificación personal del adversario, por el desplante, la chulería y el progresivo aislamiento en el arco parlamentario.

Además está cebando un frentismo artificial sustentado en su percepción paranoica de la realidad, y que se plasma en opciones tan delirantes como las de alentar el nacionalismo allí donde el PP se siente fuerte (veáse ese “valencianismo sobrevenido” que atenta contra el españolismo centralista que siempre se ha jactado de defender).

Se ha encastillado la derecha en una actitud ultradefensiva que, tras su aparente hostilidad, está cargada de un enorme miedo: miedo a perder el tren de la vida política de este país.

c) El PP está perdiendo el tren de la evolución.

La sociedad española está cambiando, no desde el 14-M, sino desde que murió el Caudillo. Las transformaciones se extienden a todos los planos de la vida social, y no pueden detenerse. Ante esta evidencia, los gobernantes se pueden decantar por dos vías: admitir la realidad de los hechos e intentar que dichos cambios se produzcan de manera incruenta para aquellos a los que sorprende faltos de reflejos; o bien oponerse frontalmente a ellos con la mente puesta en la restauración de formas caducas de entender el mundo.

El PP se manifiesta abiertamente por la última vía. Se aferra a instituciones en franca decadencia y trata de neutralizar el signo de los tiempos. Apela a cuadros apocalípticos de ruina moral para apuntalar un edificio que cede ante el peso ineluctable de los hechos: que la sociedad se quiere cada vez más libre para decidir su propio destino, y que no habrá nada ni nadie que pueda doblegar esa voluntad de emancipación individual y social.

Ante el aluvión de cambios que sacude la vida social española, el PSOE ha optado claramente por la respuesta activa y cómplice; el PP, en cambio, por la imprecación pasiva y obstaculizadora.

España ha tomado el tren de su futuro y el PP, mientras, contempla desde el andén del 14-M cómo se aleja su oportunidad de participar en su gestión de manera corresponsable. No porque se le expulse del debate, sino porque se autoexcluye del mismo con su actitud cerril y ultramontana.

Que luego no se queje por haberse quedado en tierra mientras los demás circulamos pacíficamente hacia nuestra realización personal y colectiva.

Escrito por MUTANDIS a las 1:48 PM | Comentarios (3)

18 de Noviembre 2004

LOS VALORES DE LA IZQUIERDA

Hace unos días, alguien reprodujo en un foro la siguiente afirmación de un creyente: “sólo los católicos tenemos valores”. Este mismo fin de semana, el líder político de los católicos, Mariano Rajoy, afirmó que el PSOE “no tiene valores”.

Comoquiera que ambas afirmaciones se complementan (resumiendo: yo sí que sé, tú eres tonto), me gustaría resumir sucintamente los valores de la izquierda para que, la próxima vez, los católicos hablen con conocimiento de causa, y no de oídas.

Expondremos de los valores de la izquierda, aquí y ahora, es decir, en la España de 2004. Al igual que la derecha no quiere que se la identifique con los autoritarismos de los que, históricamente, proviene, tampoco tiene por qué asimilarse el pensamiento de izquierdas con una tradición que no es la suya. Por ejemplo, nada tienen de izquierdosos dictadores como Stalin o el propio Fidel Castro, pues atentan directamente contra los tres pilares de la izquierda: libertad, igualdad y fraternidad.

Son los valores de la izquierda los de Ilustración, mientras la derecha sigue aferrándose a la Biblia, los Padres de la Iglesia y las Encíclicas Papales como fuente primera de autoridad.

Son los valores de la izquierda los que dieron lugar al desarrollo de la ciencia, basada en el método experimental y no en el prejuicio que daba por explicado el origen y fin de la Creación entera, a partir de fuentes no sometidas a ningún género de crítica (“Doctores tiene la Iglesia” era, y es, la frase para impedir al creyente cualquier apertura de debate).

Son los valores de la izquierda el librepensamiento y la emancipación de las personas respecto a cualquier forma de opresión –ya sea por razón de clase, raza, creencia o procedencia–, mientras la derecha extrae su fuerza justo en el fomento y potenciación de las diferencias exógenas, es decir, las que sí se pueden subsanar: con políticas justas que promuevan la equidad.

Son los valores de la izquierda los que privilegian a las minorías respecto al rodillo de la mayoría (incluso cuando se respete el resultado de la voluntad popular emanado de las urnas), mientras que la derecha menosprecia a todo aquel que no comulgue con el rebaño. Ejemplo: la negativa de los padres de alumnos católicos a que se imparta la religión islámica en las aulas, con el “argumento” de que no es una religión mayoritaria.

Son los valores de la izquierda la protección y amparo de los débiles, mientras que la derecha favorece al fuerte de acuerdo con la ortodoxia del darwinismo social (no es preciso recordar que la palabra “débil”, para los populares, es un insulto). La “caridad cristiana” cumpliría así la función del bombero pirómano: dar un bocadillo al agricultor al que antes se le ha robado el trigo. Por contra, la izquierda aspira a transformar las estructuras del mundo, impuestas de un modo arbitrario y violento por las armas, y lograr la justicia social aquí y ahora, en el mundo de los vivos y no en el limbo beatífico de los muertos.

Son los valores de la izquierda el respeto escrupuloso y la salvaguarda de la autonomía del individuo, al que previamente se le ha dotado de instrumentos suficientes para desarrollarse como tal: educación, oportunidades, vías para alcanzar la soberanía personal respecto a cualquier institución o forma de sometimiento ilegítimo. La derecha, por contra, adora las instituciones (y no precisamente las de carácter público): patrimonio, religión, familia, patria, herencia… todos ellos conceptos que encadenan a la persona a estructuras extrañas a ella, y que pretende someterla en aras del “orden natural de las cosas”. La presunta defensa del individuo que proclama el liberalismo no es tal, pues parte de situaciones claramente desfavorables para el común de los mortales, mientras preserva los privilegios de los nacidos en ciertas cunas.

Son los valores de la izquierda la tolerancia, el respeto a la diversidad humana y natural, el amor fraterno sin necesidad de remitirlo a ninguna instancia sobrenatural. La derecha se llena la boca con palabras hermosas mientras apoya a los dictadores que invaden países con excusas falsas y contrarias a las resoluciones de la ONU (a las que se pasan por el arco de triunfo).

Son los valores de la izquierda el diálogo y la negociación con cualquiera que se siente a conversar. Son los valores de la izquierda el apoyo y la defensa de la paz en el mundo entero, sin guerras preventivas ni vulneración del Estado de Derecho en nombre de una interpretación necia de la propia “seguridad”.

Lo que no es un valor de la izquierda es el dogma. Para la izquierda, el valor es un marco genérico en el que las referencias no son inmutables al paso del tiempo; por el contrario, éstas son perecederas y cambian, se adaptan y son objeto de transformación e, incluso, de revisión y cancelación. El dogma, no: el dogma es un valor esclerotizado, inmune a todo, fijo y perenne; no puede discutirse porque apela a realidades que se tienen por eternas, lo cual casaría mal con la crítica y la refutación. El valor es un dogma que cambia; el dogma es un valor que permanece.

En último término, los valores y los dogmas remiten a la psicología profunda de los hombres y mujeres que los asumen y defienden.

Asi, los valores de izquierdas, en su mudabilidad, satisfacen a caracteres que no temen la incertidumbre implícita en un mundo abierto, plural y sin un centro concreto (vamos, un mundo sin vaticanos ni superpotencias). Los dogmas de la derecha, en su estatismo imperecedero, son idóneos para todos aquellos a quienes complace una visión cerrada, unilateral y plana del mundo.

Los valores son expresión de una humanidad compleja y adulta, mientras que el dogma plasma a la perfección los anhelos de aquellas personas incapaces de asumir lo que implica abandonar el esquematismo típico de la infancia, la cual (visto cómo piensan, hablan y se comportan: véase este foro) desearían no haber superado jamás.

Escrito por MUTANDIS a las 1:56 PM | Comentarios (4)

GLORIFICACIÓN DE LA MENTIRA

Cada vez que en este foro alguien les recuerda la Historia a los simpatizantes del PP, saltan con la misma monserga: hay que pasar página, olvidar el pasado, mirar hacia delante… Claro que eso sólo ocurre cuando uno apela a la represión franquista de la disidencia. No, por ejemplo, en el caso de los GAL o la corrupción de los años 1992-1996.

Pero que, en realidad, son los populares quienes están anclados en el pasado, y no precisamente en el de los hechos objetivos, sino en el de las visiones deformadas y parciales de los mismos, se demuestra cada día que pasa.

Un ejemplo. El acto que la Fundación de Aznar organizó para “conmemorar la caída del Muro de Berlín”, y el vídeo que proyectaron durante el mismo, el cual el programa Pecado Original de Tele5 tuvo el acierto de reproducir para nuestro solaz y deleite.

En dicho vídeo, que más que una proyección de mero carácter retrospectivo parecía el spot de una campaña electoral (por su realización cutre, la enorme sobreabundancia de eslóganes y el evidente trasfondo ideológico), se pasaba supuestamente revista al período comprendido entre 1945 y 1989. Vamos, los años de la Guerra Fría.

Según la Fundación de Aznar, más o menos el cuento transcurría así: los yanquis liberaron Europa (nada decía de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, pues hubiesen desviado la flecha de su blanco ideal) y en ella se quedaron para preservarla del avance soviético (sin aludir en ningún momento al reparto geoestratégico que acordaron ambas potencias para aplastar a los nazis).

Según la Fundación de Aznar, mientras “los políticos débiles abogaban por el diálogo”, los estadounidenses imponían sus tesis por la fuerza de las armas. Todo ello, trufado de alusiones constantes a una supuesta polaridad bien-mal y libertad-opresión en la que yo no sé muy bien qué lugar hubiese ocupado la España de Franco. ¿La del bien? Supongo que sí. ¿La de la libertad? Parece difícil. Aquí, las categorías ya empezaban a oscilar.

Está claro que el vídeo de la Fundación de Aznar (esa especie de Pentágono ideológico del PP, al que hay que escuchar porque es de donde emanan las consignas que va a aplicar a rajatabla la derecha española, tan disciplinaditos son) no trataba de hacer historia, sino de coger carrerilla. ¿Para qué? No para establecer un programa de acción sobre la verdad legada por el pasado, sino para extraer de las mentiras coartadas con que “legitimar” opciones actuales. Y, sobre todo, una: la demonización del diálogo y el fomento de la aniquilación del adversario. Más claro, agua.

Pero lo peor de todo no es eso, que ya conocíamos, sino la manipulación de las fuentes, la ocultación pertinaz de las evidencias históricas. Por ejemplo:

– que los estadounidenses que vinieron a España a combatir en la Guerra Civil (las heroicas Brigadas Internacionales) no dudaron en ningún momento de cuál era el Bando de la Libertad: el de la República, no el de Franco. Mal puede apelar el PP a una idea que su actual aliado defendió en el otro bando;

– que Franco, Hitler y Mussolini eran amigos; que Hendaya la destruyeron los aviones nazis; que los fascistas italianos compartieron el pan y el vino en la misma misa asesina con los falangistas de la camisa nueva;

– que el franquismo fue una dictadura tan atroz como el comunismo ruso, con las mismas técnicas de represión (campos de concentración, ejecuciones sumarísimas, persecución política, silenciamiento permanente de la oposición interna, exilio de las mejores mentes) y los mismos resultados en el orden de la verdad y la libertad: cero.

Pero es evidente que la Fundación de Aznar y el Partido Popular no acuden a los libros de Historia para informarse, sino para picotear algún que otro dato, sacado de contexto y sometido a una higienización ideológica previa, con que avalar una tesis inaceptable: que ellos defienden los santos valores de la paz, libertad y seguridad, cuando fomentan la guerra, el miedo y la agresión ilegal. Que Bush y Aznar son “los buenos y los fuertes” y los demás, “los malos y los débiles”.

Esta ideología, síntesis perfecta de John Wayne y Walt Disney, puede colar en unos Estados Unidos fanáticos en lo religioso y analfabetos en lo cultural, pero no en una España (ahora sí) libre, fuerte y en paz. Una España que no comulga con las ruedas de molino del maniqueísmo católico y ultramontano. Una España moderna y educada que acude a la Historia para saber y no para ignorar. Una España que no debe arrodillarse ante ningún país extranjero, por mucha superpotencia que se crea. Una España sin miedos. Una España sin enemigos exteriores (aunque en su propia casa aún tenga uno, y el peor).

Pero que siga, que siga la Fundación de Aznar proyectando vídeos, que aquí estaremos los auténticos amigos de la paz para traducir todas y cada una de sus mentiras al lenguaje de la verdad: científica, libre y fundamentada.

Escrito por MUTANDIS a las 1:54 PM | Comentarios (1)

17 de Noviembre 2004

DOGMATISMO vs. PENSAMIENTO COMPLEJO

Sólo llevamos unos meses de gobierno socialista, y ya puede anunciarse la buena nueva: algo ha cambiado en España, y está siendo para bien. Las actitudes están más claras; los estilos, también.

A LA DERECHA: Por un lado, nos encontramos con un partido derrotado por la voluntad popular expresada en las urnas que se empeña, contra toda evidencia y toda racionalidad, en culpar de sus errores al adversario.

Este partido perdedor, lejos de hacer examen de conciencia (esa ritual que tanto dicen practicar en sus templos devotos), se reafirma en sus trece, según el muy castellano refrán castellano: sostenella y no enmendalla.

Este partido víctima de sus propios desvaríos (despotismo, malos modos, desprecio del interlocutor, absoluta incapacidad para el diálogo), celebra una reunión de amiguetes para visualizar ante el mundo entero que ellos actúan como un ejército cristiano: un solo cuerpo, una sola alma. Obedecen al pastor y no tienen discrepancias internas, lógico, pues su único afán es volver a aferrar el poder y reinstaurar su protodictadura de sotanas y delincuencia de cuello blancos.

Este partido aislado y cerril, de actitudes fascistoides y conductas autoritarias, amigo de Dios pero enemistado con los mortales (al menos, de los que no piensen, voten y copulen como él), incapaz de admitir la pluralidad ni dentro ni fuera, impermeable al cambio, duro de mollera, blindado el corazón, se reúne en Concilio Vaticano Profano y proclama que ya tienen Papa, conducator, dictador que “solo, por su cuenta y riesgo”, hace y deshace a su antojo: pone a este y quita al otro, pero él permanece incólume en el centro, como el eje y fundamento de un proyecto ya obsoleto. Tal que su predecesor en el cargo quien, con una sonrisa de paternal anuencia, calla y otorga.

A LA IZQUIERDA: No uno, ni dos, sino tres partidos (con eventuales incorporaciones de otras formaciones políticas, en virtud de acuerdos y consensos frecuentes fruto del diálogo y la negociación) en representación de una tendencia plural, abierta, próxima al pueblo, capaz de atender sus peticiones y de gestionarlas con audacia y valentía.

Una corriente de pensamiento complejo, que no pretende imponer un único criterio sino abrir vías de comunicación con todos los agentes en juego. Una tendencia integradora, sin dogmas ni catecismos procedentes de quién sabe qué instancia trascendente. Un espacio de intercambio, de trueque, de mil y una cesiones que impone el lógico respecto a la diferencia (lejos queda ya la apisonadora popular). Una forma de gobernar dúctil, valiente, que no teme a las incertidumbres, que asume que el mundo contemporáneo ya no se puede regir por un dedo enhiesto, sino que más bien debe adoptar un perfil sinuoso, flexible, atento al común sentir de quienes son su sostén y única raíz. No en vano, mal que le pese a la derecha, un gobierno democrático no “se debe” a su electorado: “es” su electorado.

Los enemigos de esta forma de gobernar que emana del Pueblo y vuelve a él sin apenas interferencias, la llaman: voluble, débil, descafeinada… (indolora, light, en palabras de Ignacio Sánchez Cámara, ABC, 2 de octubre). Normal, quien sólo conoce la mecánica clásica jamás podrá admitir la indeterminación consustancial a esta realidad cuántica nuestra, prismática, proteica y fractal.

Por eso los detractores de la complejidad ya empiezan a elevar su voz contra la “dictadura democrática”, quizá añorando el tiempo (¡tan cercano!) en que un único hombre, investido de no sé qué autoridad incontestada, decía cómo era el mundo, y los demás nos lo teníamos que creer… so pena de tortura, excomunión u ostracismo físico y social.

Pero, si estos trogloditas desean la reinstauración del Pensamiento Único (todos a una, sirviendo sumisamente al mandamás), tendrán que arrancarse la máscara y actuar como tantas otras veces en la Historia: con el fusil por delante y el garrote vil por detrás. Si no, lo llevan claro: ¡¡no pasarán!!

Escrito por MUTANDIS a las 1:16 PM | Comentarios (0)

EUTANASIA: TODA LA VERDAD

Pongámonos en la tesitura de un creyente católico. Dios da la vida, por tanto, el aborto es un homicidio. Dios la quita, por tanto, la eutanasia (y el suicidio) es un homicidio, pues contraviene las disposiciones que el Creador nos tiene reservadas. Uno debe entrar y salir de la vida dócilmente, cuando así se deba producir por circunstancias naturales, sin acelerar ni decelerar el proceso.

Desde una perspectiva religiosa, las caminos de Dios son inescrutables, lo que quiere decir a todo que sí, amén, porque así Él lo quiere. Hay que aceptar la muerte cuando “nos ha llegado la hora”. Pero no sólo la muerte, aduciría yo: también la enfermedad entra en los planes de Dios. En definitiva, todo lo que ocurre, ocurre porque Él lo ha dispuesto así. Al creyente sólo le queda aceptar (u obedecer).

Sea.

Lo que no se comprende es por qué confiarse a lo Alto es defendible cuando se trata de nacer y de morir, y no del hecho de aferrarse a la vida. Pues no parece otra cosa, conectarse a bolsas de suero, pulmones de acero y sondas rectales: resistirse a la llamada de Dios, que ha decidido que ha llegado la hora de reunirnos con Él.

Si Dios decide cuándo el corazón empieza a latir, también dispone cuándo deja de hacerlo. Estimular artificialmente la víscera esencial implica oponerse de manera activa y frontal al designio del Cielo acerca de nuesta última hora.

En realidad, no es por un supuesto concepto sagrado de la vida, por la que los católicos se oponen a que cada cual decida cuándo quiere abandonarla. Es por su apego a la vida material, orgánica y terrenal. Si, como enseña la Biblia, esta existencia no es más que un valle de lágrimas que debemos atravesar para volver junto al Padre, ¿por qué empeñarse en morar en ella, cuanto más tiempo, mejor –y, si es posible, yo diría que hasta el Día del Juicio Final? Tras el tránsito, y si hemos sido buenos cristianos, gozaremos de las bondades celestiales o, en el peor de los casos, de una breve temporada en el Purgatorio, tras la cual pasaremos rápidamente a engrosar la nutrida prole de los espíritus salvados.

¿No será, más bien, que en su fuero interno el católico ya no confía en la vida eterna que dice profesar? ¿No será que su fe se ha secularizado hasta el punto de asumir que esta vida (la de las venas y las arterias, el estómago y los riñones: en suma, la corporal) es la única que tienen, vamos, la única que tenemos, y que hay que mantenerse en ella aunque sea al precio de vivir en un simulacro de subsistencia real: penetrados por tubos de goma y nutridos a base de sustancias de síntesis?

Caso de ser natural, la vida católica debería irse tal como vino: sin apego, sin pena, más bien con la alegría de ascender hasta el Padre. Si el católico, por el contrario, porfía y reclama larga vida (aunque indigna) a la ciencia médica (racional y profana) es porque ya no cree en verdad que haya otro mundo, ni mejor ni quizá peor que éste. En último término, cuando se opone a la muerte natural (que no implica, como se dice, “desconectarse” sino “no conectarse”), el católico se revela como un ateo consumado. Ni cree que haya Otra vida, ni cree en fin que haya Creador. Sólo tiene fe en su cuerpo y en sus bienes, los cuales tanto sudor les ha costado amasar.

Escrito por MUTANDIS a las 1:15 PM | Comentarios (0)

HUMANISMO CRISTIANO: LA CUADRATURA DEL CÍRCULO

Rajoy lo ha dicho: “El PP no es un partido católico”. Con estas palabras, en una entrevista cordialísima celebrada ante las cámaras de TVE y que fue seguida por 2.791.000 espectadores (menos, por cierto, que los que en ese momento veían… Pecado Original. Los virtuosos empiezan a escasear).

Pero lo mejor es lo que vino después: “Es un partido que se inspira en el humanismo cristiano”. Y yo me pregunto, ¿eso existe? Me refiero a si existe en el mundo conceptual, no en los estatutos de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, o comoquiera que se llame el antro donde se oculta la alimaña bigotuda.

Porque, por lo que yo he leído, el principio básico del humanismo no es otro que este: “El hombre es la medida de todas las cosas”. Dicho pensamiento, que hoy en día nos parece de lo más sensato pero que sólo conoció un brevísimo período de popularidad allá en el siglo V a.C., no sólo no obtuvo ningún apoyo durante los largos siglos de teocentrismo, sino que fue objeto del acoso sistemático por parte de las élites regentes (eclesiásticas y laicas) hasta finales del siglo XIV. Según el Antiguo y del Nuevo Testamento, los Padres de la Iglesia y la jerarquía vaticana, la medida de todas las cosas es DIOS, y los hombres no somos más que una copia imperfecta necesitada de redención. De ahí se deducía todo lo demás: los planetas y el Sol giran en torno a la Tierra, descendemos de Adán y no del mono, etc. etc.

El cristianismo, por su parte, se basa en esta idea: “Sólo Dios es” (Catecismo de la Iglesia Católica, 213). Él es la medida, el sostén, la raíz, el tronco y las ramas. Los seres humanos, como mucho, podríamos parecernos a las hojas de un árbol: frágiles y caducas, hacemos mucho ruido pero apenas servimos para proyectar una débil sombra debajo de nosotros. De ahí se deduce todo lo demás: desprecio de la autonomía de la razón humana (basta con repasar el suculento texto de Juan Pablo II aportado por Veritatis en este mismo foro); repudio del criterio individual y subsiguiente tutela de la Santa Madre Iglesia; elevación de la palabra del monarca de una corte medieval a criterio infalible; escarnio de los descubrimientos de la ciencia, cuyo desarrollo se empeñó en combatir con hogueras y anatemas; recelo ante el sistema democrático…

Y yo me pregunto: ¿qué clase de engendro esperpéntico, qué entelequia inalcanzable para la inteligencia mortal, será eso de humanismo cristiano? No pueden haber cosmovisiones más antitéticas: agua y aceite. Es más, el Papa de Roma habla de la secularización (proceso implícito en cualquier aspiración humanista digna de tal nombre) como el origen del fin de nuestra civilización.

¡Ya lo tengo! Debe ser una especie de nadar y guardar la ropa: dejarse curar por la ciencia médica, pero con el crucifijo en el pecho (por si falla el galeno, invocar al Sagrado Corazón); predicar y no dar trigo; estar en misa, y repicar al mismo tiempo; hacerse el tonto e ir de listo; rogar a Dios sin soltar el mazo. Vamos, algo perfectamente acorde con el catolicismo práctico, el de todos los días, no el del Sumo Pontífice (que, como sabemos, sólo existe en las misas dominicales y las encíclicas papales).

El humanismo cristiano es la cuadratura del círculo: una cuestión de pura fe. O sea, cristianismo del más apolillado.

Ahora sí que encaja todo.

Escrito por MUTANDIS a las 1:15 PM | Comentarios (0)